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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

4
Dic
2011

Inmaculada y Redimida

6 comentarios

La celebración de la fiesta de la Inmaculada no debe hacernos olvidar que María, como todos los descendientes de Adán, necesitaba ser redimida. Precisamente la dificultad teológica para la proclamación del dogma de la Inmaculada era esta: si María no hubiera nacido con pecado original no tendría necesidad de Cristo. Los grandes teólogos medievales, como Buenaventura y Tomás de Aquino, afirmaban la santificación de María “después de haber contraído el pecado original”. Afirmar lo contrario parecía atentar contra la universalidad de la acción salvadora de Cristo.

El argumento a favor del pecado original de María presuponía que quien no ha incurrido en pecado no puede ser beneficiario de la acción salvadora de Cristo. De hecho, muchos cristianos piensan espontáneamente así: Cristo es necesario porque el ser humano es pecador; sin pecado, Cristo no hubiera sido necesario. Si aplicamos este modo de argumentar a María resulta que, concebida sin pecado, no necesitaría ser salvada. Pero esto no es así: pues Cristo es necesario en toda circunstancia (con y sin pecado) para la salvación humana. Sin pecado también el ser humano necesita salvación, porque la salvación es un acto gratuito de Dios, que eleva a la criatura humana por encima de sus posibilidades.

María es una criatura que forma parte de la comunidad humana de personas que, en razón del primer pecado, se convirtieron en radicalmente incapaces de alcanzar la salvación. María y los otros miembros de la raza humana necesitamos de Cristo y de su salvación. Sin Cristo ninguno podemos llegar a Dios, ninguno podemos alcanzar la santidad. Por pertenecer a la raza humana, María necesitaba de la redención de Cristo. Lo que ocurre de excepcional con ella es que fue redimida antes y no después de haber contraído el pecado original. Y esto ocurrió, como también sucede en todos los bautizados, “en atención a los méritos de Jesucristo”.

Esta gracia previniente, dicen Pío XII y el Concilio Vaticano II, redime a María de forma más eminente, más plena. Parece como si María necesitase de Cristo más que los demás. ¿Cómo comprender esta mayor necesidad de Cristo cuanto mayor es la santidad? Cuanto más santo es uno, cuanto mejor conoce al Señor, tanto más comprende la necesidad que tiene de él. Ocurre algo similar en el plano humano: cuanto más adivinamos dónde está la perfecta felicidad, tanto más la necesitamos; y cuanto más la conocemos, más la deseamos.

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Juanjo
5 de diciembre de 2011 a las 09:46

No está mal recordar de vez en cuando que lo que dice la Escritura, hay ocasiones, en las que por diversas circunstancias, habrá que decirlo en formulaciones dogmáticas, (cuyo contenido último no agotan las formulaciones) pero el absolutizar dichas formulaciones, sin tener en cuenta la experiencia de la comunidad creyente, el momento histórico en que surgieron y la cultura en que se formularon fácilmente se caerá en el dogmatismo. Y el caso de la Inmaculada creo que ha sido y quizá siga siendo uno de los casos más típicos.
¡Qué bueno sería por ejemplo re-formular el concepto de pecado original, para que se captase su verdadero sentido! o que cualquier cristiano conociese grosso modo las problemáticas, controversias y contextos en el que se elabora un dogma como el que se cita.
¡Qué necesaria encuentro una adecuada formación! ¡Cuántos problemas nos evitaríamos en la Iglesia!

Desiderio
7 de diciembre de 2011 a las 22:52

A mi la cuestión de María me crea problemas. Me da la impresión de que su doctrina se construyó bajo unos parámetros determinados, y ahora no acaba de quedar claro cómo enfocarlos desde las actuales perspectivas teológicas. No se yo si sería interesante repensarla desde estas nuevas perspectivas.

Jorge
22 de diciembre de 2011 a las 18:00

Este es un tema que por mas que se les explique a los de denominaciones protestantes, les cuesta entender. A mi manera de ver esto, es como cuando alguien se enferma, con un virus (pecado), el cual solo puede curarse a través de un vacuna (redención de Jesús), en este caso podría decirse que éste alguien, una vez que se le aplico la vacuna, a sido salvado de esta enfermedad. Pero si a éste alguien, se le aplicara la misma vacuna antes de contraer la enfermedad, podríamos, decir que también ha sido salvado, por que la enfermedad ya no la podrá adquirir. ¡Bendiciones a todos!

vicente
7 de diciembre de 2017 a las 21:35

la pre- redimida.

Valero
8 de diciembre de 2022 a las 08:49

Cuando era joven pensaba que la devoción a María en todas sus formas era cosa de mepilas y beatas de sacristía. Desde que descubrí que María es mi maestra en la fe, que su grandeza viene dada porque dijo: "Hágase en mí", porque se fio de Dios con toda su persona y porque en ella Cristo tomó forma al igual que Cristo quiere tomar forma en mí, comencé a comprender que María es el misterio de la fe de la criatura llevado a plenitud y que en atención a los méritos de Cristo, como recuerda ahora Martín, ella fue redimida antes de haber contraído el pecado original en atención a la misión extraordinaria a la que fue llamada.

David Machancoses
10 de diciembre de 2022 a las 21:49

Cuesta creer que fuese de otro modo...De alguna forma todos necesitamos redimirnos.
Puedes ser un buenista, pero eso no te salva. Parece contradictorio pero así es.

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