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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

26
Feb
2014

Enriquecernos con su pobreza

5 comentarios

El lema del mensaje cuaresmal del Papa está tomado de unas palabras de San Pablo: Cristo se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza. Estas palabras no son una descripción del modo como funciona el perverso sistema capitalista, en el que unos pocos se enriquecen a costa de la pobreza de muchos. Aquí no se dice que a Cristo le despojaron de unos bienes que se había ganado, para que otros se aprovechasen de su trabajo y de su sudor. Tampoco se dice que Cristo era una persona generosa que entregó parte de lo que tenía y se hizo un poco más pobre, para que otros pudieran hacerse un poco más ricos. Aquí no se trata de quitar a uno para que otros tengan. Así funciona el mundo. Pero la lógica de Dios, reflejada en Cristo, es totalmente distinta y, por eso, sorprende.

Lo que San Pablo dice es que Cristo, siendo rico, voluntariamente se hizo pobre por nosotros, para que nosotros nos enriqueciéramos con su pobreza. ¿De qué riqueza y de qué pobreza se trata? La riqueza de Cristo es su “ser de condición divina”. Pero en Cristo se revela que lo divino es el amor: Dios es Amor. Por eso, también dice San Pablo que Cristo era rico en misericordia. Así se explica que, siendo Amor lleno de misericordia, se despojase de su condición para igualarse al ser humano. Porque Dios ama a la criatura humana, su mejor obra, como no se puede amar más. El auténtico amante quiere ser como el amado. De ahí que el Dios amante, en Cristo, se despoja de todo lo que le separa de su amado humano para estar al lado del amado. Este es el sentido de su hacerse pobre. Y al hacerse pobre por amor, nos enriqueció con su amor, nos lleno de su amor. El amor es la mayor riqueza, lo que siempre permanece, lo que colma al que lo tiene.

Si no se hubiera hecho pobre, no hubiera podido llegar hasta nosotros. Su pobreza es nuestra riqueza. Su despojarse de la categoría de Dios es la posibilidad de que nosotros podamos hacernos divinos. Ser como Dios ha dejado de ser una misión imposible, una vez que, en Cristo, Dios ha querido ser como el hombre. En la Cruz aparece el mayor despojamiento, pero también el amor más grande. En la mayor pobreza aparece la mayor riqueza, en el total despojamiento se da la máxima ganancia. En esta cuaresma estamos invitados a contemplar este misterio de amor. A contemplarlo y a dejarnos interpelar por él, a cambiar como consecuencia de la contemplación. Un modo de comprobar si el cambio es efectivo es solidarizarnos con los pobres de este mundo, con aquellos con los que Cristo se identifica. El único modo de ser solidario con todos es haciéndose pobre. La pregunta es: ¿quiero yo identificarme con Cristo?

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Pepe E.
2 de marzo de 2014 a las 13:25


Del mensaje de Pablo que nos recuerda el Papa Francisco nos gusta hablar para que lo practiquen otros.

Luciana
2 de marzo de 2014 a las 19:34

En todo y,siempre lo que nos desborda en el ejemplo del Maestro es: el AMOR. Quiero,identificarme con el pobre, ayudarle en su pobreza de cultura,en la pobreza de medios,procuraré ayudarle siempre que pueda,ya me resulta mas dificil,si yo tambien lo soy me puede resultar un imposible pero,puedo entregarle mi vida,no olvidarle, ayudarle en lo que me sea posible.El Espíritu Santo se encarga de orientar a cada uno: en el matrimonio; en una ONG; en el sacerdocio; en la docencia para Escuelas pobres o nocturnas ; en la Vida religiosa en cualquiera de sus formas: escuelas para trabajadores; enseñanza gratuita; Vida Monástica; Vida religiosa en tantas facetas,misiones etc.Eso es Amor y vivir para el otro.
¡Qué bonito,identificarse con el Maestro en Su entrega¡

Valero
3 de marzo de 2014 a las 14:59

¿Quiero yo identificarme con la pobreza de Cristo? La respuesta debería ser obvia pero, al menos en mi caso, muchas veces me resisto ha hacerme pobre para que el otro sea rico. Y no hablo sólo de compartir mi dinero, si no también mi tiempo y mis energías. Siento un miedo instintivo a salir de mi mísmo, a ser pobre y también a esa otra vertiente de la pobreza, la de aceptar que no das la talla y que dependes de la misericordia de Dios y no de "tus" obras. En todo caso esa pobreza me lleva constantemente a la oración para pedir un corazón en el que lo único importante sea el AMOR.

anónimo
3 de marzo de 2014 a las 18:09

Con respecto a Dios, nuestra pobreza es nuestro humilde reconocimiento y aceptación de nuestro pecado, impotencia y absoluta nada, así como el reconocimiento de nuestra indigencia ante Él, expresado en forma de esperanza en Él, en apertura para recibir todas las cosas de Él como de nuestro Padre.  Nuestra pobreza deberá ser la verdadera pobreza evangélica: amable, tierna, alegre y generosa, siempre dispuesta a dar una expresión de amor. La pobreza es amor antes de ser renuncia. Para amar es necesario dar. Para dar es necesario estar libre de egoísmo.
Gracias Fray Martin

Gloria A. Duran
5 de marzo de 2014 a las 15:54

Cuanto me gustaría hacer la voluntad de Dios, para despojarme de esta riqueza de soberbia que tengo hoy de no poder ver al otro como mi hermano, de cerrar mis entrañas, Cristo se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza y estoy llamada dentro de la Iglesia a esto. Que Dios me ayude

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