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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

23
Oct
2021

Vida en abundancia

6 comentarios
vidabundacia

Si educar es alimentar y ayudar a crecer, será necesario que cada uno se pregunte cuál es el mejor alimento. Además, el alimento no se toma a la fuerza. Por eso, es importante que el evangelio se presente como una propuesta positiva.

La pretensión de Jesús fue dar vida y vida en abundancia (Jn 10,10). Así se convierte en parábola o en referencia de lo que todo ser humano es y busca: un ser llamado a una vida dichosa y feliz. ¡Nada más concreto y al mismo tiempo más universal! Lo específicamente cristiano es de tal naturaleza que no resulta extraño para nadie. En el fondo, es lo que todos buscan y lo que todos, aún sin saberlo, esperar encontrar. Lo que con Jesús aparece es que no hay vida auténtica e imperecedera fuera de la referencia a Dios. Y esta referencia, para nosotros, personas del siglo XXI, es el interrogante fundamental que Jesús nos plantea. El mensaje de Jesús se presenta como una buena noticia para el hombre de parte de Dios. Dios ama a todos y cada uno de los seres humanos y quiere para ellos un futuro lleno de vida. Lo que todos buscamos coincide con lo que Dios quiere y lo que Jesús, en su nombre, anuncia: un mensaje de felicidad y de vida.

De ahí la importancia de preguntarnos: ¿de que Dios hablamos? ¿De un Dios justiciero y castigador, un Dios que envía sequías, inundaciones, terremotos o pandemias para castigar los pecados de la humanidad? Ante un Dios así, el ser humano, o bien se rebela o, a lo sumo, debe limitarse a estar pasivamente en la naturaleza sin intentar cambiarla.

Todas estas imágenes de Dios, nada tienen que ver con el Dios de Jesús. El Dios de Jesús promueve la dignidad de la persona, sustenta la libertad, es amante de la vida, y sólo desea la felicidad del hombre. De ahí que no se comporta de forma extravagante, ni cambia las leyes de la naturaleza a su antojo, ni pone a prueba al ser humano, ni se comporta de forma elitista. Es un Dios ligado a la humanización e indisociable de la humanización. Más que buscar su gloria, lo que busca es nuestro bien. Dicho de forma más precisa: su gloria es nuestro bien. Dios es glorificado cuando el hombre es feliz. El Dios de Jesús nunca piensa en sí mismo ni busca ser servido. Piensa en nosotros y busca nuestro bien. No quiere siervos, sino amigos. No quiere incienso, sino fraternidad.

Toda educación religiosa debe presentar un Dios en positivo. No sólo como el que remedia nuestras carencias sino, sobre todo, como el que lleva a plenitud lo humano. No habría, pues, que presentarlo como el “soluciona problemas”, sino como el que dignifica a la persona, la fundamenta y la hace existir. Cierto, todos somos víctimas de inelegancias y apelamos a Dios cuando truena. Pero esta no es la forma primaria en el que la persona va a Dios. No va por la vía de la indigencia, sino en su hacerse persona, en la plenitud de su ser, en la plenitud de su vida y de su muerte.

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Juanjo
23 de octubre de 2021 a las 11:49

La mayoría de las veces suele suceder que ante la exposición tan clara y evidente del post no cabe nada más que añadir. Todo comentario parecería estar se sobra
Sin embargo la sensación personal ante el mismo es, …. no sé si lo expreso bien; ¿agridulce?. Intentaré explicarlo.
Dulce, por su claridad, por su verdad, por lo apropiado y acertado del mismo. Pero al mismo tiempo pienso que no nos quitamos, no acabamos de arrancar la falsa idea de un dios remediador de males. Un Dios que tiene que ser intervencionsta, que necesita de nuestra oración (Hace poco vi en la tele que sacaron en procesión a una virgen en la isla de La Palma, para que cesase la erupción). Un Dios frente al que hay que hacer méritos para ganarnos la salvación.
¡Y cómo cuesta cambiar esta mentalidad! Más cuando es predicada de manera reiterada por los mismos responsables eclesiásticos.
Ya lo decía J. Mardones en su interesante libro es necesario “matar a nuestros dioses”.

Ventura Carlos
23 de octubre de 2021 a las 14:59

Creo que no podemos desligar ese bienestar que queremos conseguir, y que Dios nos aporta, de la necesidad de pasar por la cruz y asumir el sufrimiento dentro de un marco penitenciario. Santa Rosa de Lima tenía claro que la única manera de alcanzar la salvación era pasando por la cruz. A veces el bienestar que Dios nos propone no es posible alcanzarlo sin pasar por una serie de sufrimientos que ayudan a modelar a la persona conforme al crucificado. Sólo es posible alcanzar la felicidad cuando la fe se ve aquilatada por el fuego. Podrá parecer confuso que tengamos que sufrir para alcanzar la felicidad, e incluso, irónico. No es que Dios quiera nuestro sufrimiento, pero se sirve de nuestras desgracias para ayudarnos a ser felices. Incluso me atrevo a decir, que necesitamos sufrir, pues es necesario que se complete en nuestra carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo; y a la vez, tenemos que aprender a contentarnos en las carencias y desgracias como el Apóstol San Pablo fue capaz de hacerlo.

Mildred Alemán
23 de octubre de 2021 a las 17:31

La gloria de Dios, es el bien, la felicidad del ser humano, la plenitud de su humanidad.
Hermosa reflexión Fray Martín. Gracias.

Loreto
24 de octubre de 2021 a las 10:32

“El hombre no reza para dar a Dios una orientación, sino para orientarse debidamente a sí mismo.”
SAN AGUSTÍN
Gracias

Mercedes
25 de octubre de 2021 a las 21:35

Ventura Carlos y Loreto : totalmente de acuerdo con ambos !!

Hormias
26 de octubre de 2021 a las 10:48

Qué de acuerdo con los comentarios

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