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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

30
Oct
2011

Todos santos y pecadores

14 comentarios

Si hoy llegase a alguna de nuestras parroquias una carta dirigida a “los santos de la comunidad parroquial”, muchos se sorprenderían y preguntarían quiénes son esos santos. Sin embargo, si el remitente fuera un tal Pablo de Tarso, se sorprendería de nuestra sorpresa. Porque san Pablo, cuando escribía una carta a sus comunidades, se dirigía a ellas y ellos con estas palabras: “a los santos de la Iglesia de Corintio” (o de Roma o de Filipos). Aquellos cristianos no eran gente irreprochable en el terreno moral; tenían sus deficiencias y pecados. Y Pablo les calificaba de “santos”. Porque la santidad no hay que entenderla desde una perspectiva moral. Santo no es la persona virtuosa, irreprochable, intacta y pura; santos son los que se han adherido a Cristo por el bautismo y se esfuerzan, con sus limitaciones y problemas, en seguirle. En esta perspectiva, el pecado tampoco se sitúa en el terreno de lo moral, sino en el de la fe. Pecador es el que no se fía del Señor, el que está lejos de él. Por este motivo, los “santos” a los que se dirigía Pablo son a la vez pecadores, gente de poca fe. Santos y pecadores, santos que están camino, santos necesitados de purificación. Un camino y una purificación que dura toda la vida.

La fiesta de todos los santos nos recuerda que la santidad no está reservada a esas y esos que la Iglesia ha canonizado. La canonización introduce en una lista canónica. Hay muchos intereses en juego en esa lista. Intereses legítimos, sin duda, pero intereses. La santidad es más amplia que las canonizaciones. Todos los cristianos estamos llamados a la santidad. En realidad, Santo sólo es Dios. Pero su bondad es tan grande que quiere que todos participemos de su santidad. Quiere que todos vivamos divinamente, de cara a él. Porque en Él está la plenitud de lo humano. Queda así claro que lo santo no se opone a lo humano, más bien lo plenifica. “El que sigue a Cristo, Hombre perfecto, se perfecciona cada vez más en su propia dignidad de hombre”, dice el Vaticano II. Se hace cada vez más persona, más mujer y más varón, se siente mejor en su piel. La santidad une lo humano y lo divino. Es una vocación, una llamada dirigida a toda persona, aunque sólo los cristianos sean conscientes de ella.

La fiesta de “todos los santos”, bien podría también llamarse la fiesta de “todos santos” y “todos pecadores”. Porque los santos son bien conscientes de su pecado y sólo los que se reconocen pecadores están en camino de santidad.

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Juanjo
30 de octubre de 2011 a las 16:29

Es muy de agradecer la publicación de este post, ya que la mayoría de los mortales siguen, (o inconscientemente seguimos), porque así nos lo han inculcado, pensando en la santidad como ser un dechado de virtudes, poseer una integridad moral irreprochable o cumplir con todo lo que está mandado o al menos esforzarnos en ello al máximo.
A la primera parte del post alguien podría tacharlo de luterano, porque recuerda sin duda, la fórmula de Lutero "simul justus et pecator". Y entendido de forma inadecuada algunas personas llegan al razonamiento de que en fondo daría lo mismo ser "bueno que malo".
No han comprendido quizá, que el comportamiento moral debe ser la consecuencia lógica de quien se fía de Dios, y no un mérito que debe hacer para ser aceptado y querido por este.

Desiderio
30 de octubre de 2011 a las 21:57

El pecado está situado en el terreno de la fe, no en el de la moral. Esta distinción me parece muy acertada, pues no es infrecuente hablar de pecado a no creyentes. ¿Qué sentido tiene? Aunque para el creyente ambos terrenos están relacionados, no así lógicamente para el no creyente. Y me parece muy sugerente que en realidad todo pecado se puede resumir en uno: no fiarse del Señor. Cada vez que pecamos, lo que estamos intentando es colocarnos en primer plano, en ser más que el mismo Dios. Y aunque el creyente eso lo esté haciendo todos los días —en esto poco nos diferenciamos de otros—, sí que lo hace consciente de su limitación y con la mirada puesta en Él. En una imagen muy usada pero no por ello menos bonita somos vasos de barro, simples vasos de barro a los que el Señor les ha concedido la gracia y la dignidad de poder entablar con Él una auténtica relación amorosa. Y sólo conscientes de esa limitación estaremos bien situados, con los pies bien falcados para poder impulsarnos en nuestro caminar hacia el Señor, y así no vivir de ilusiones y fantasías.

Joaquin
31 de octubre de 2011 a las 01:34

Los santos anónimos, la santidad ordinaria... Sin contar los tremendos pecados de los "santos oficiales"...

¡Magistral artículo!

Paul
31 de octubre de 2011 a las 14:25

La fe nos hace santos, el bautismo nos santifica y el amor al hermano también nos hace más santo aún, y haciendo el bien nos acerca a Dios el único SANTO.
Que bien nos hace recordar estas cosas, gracias Maestro.

santos-en-comunión
1 de noviembre de 2011 a las 11:35

Una fiesta para recordar el misterio de la Comunión de los Santos. En las diferentes modalidades de Vida. Vivos y Resucitados. Todos navegando de claridad en claridad en la Santidad del Único Santo. Subiendo y bajando por la Escala de Jacob, entrelazados en oración y vida. Unos por otros.Que la memoria de quienes nos acompañan nos ayude en nuestro trayecto. Que celebremos haber compartido vida y afecto con quienes hoy celebramos su santidad. La oración es hoy y mañana beso y abrazo. Felicidades. Dulces para todos. ¡ Uns panellets per a vosté fray Martín!

Valero
2 de noviembre de 2011 a las 16:18

Me ha consolado tu comentario, gracias Martín. Por mi parte me atrevo a añadir que en el camino de salvación de los santos, incluso el pecado aprovecha si lleva a la humildad y en consecuencia, a la misericordia. Porque si a mí el Señor me ha perdonado 10.000 talentos ¿Cómo no perdonar yo 100 denarios a mi hermano? Y no siete veces, si no hasta setenta veces siete, es decir: siempre. Y no sólo a los demás, si no a uno mismo hemos de perdonarnos, que no es fácil. Así que, gracias Martín por recordarme que santo es aquel que va tras de Cristo y no sólo a pesar de sus flaquezas, si no incluso gracias a sus flaquezas porque como dijo Santa Teresa: "Dios escribe recto con líneas torcidas".

José Gutiérrez Aranda
31 de octubre de 2018 a las 18:12

Todos los cristianos estamos llamados a la santidad a eso aspiro con la ayuda de Dios que se lo me faltará

Ariel
31 de octubre de 2018 a las 21:55

Gracias por esta reflexión sobre la santidad. Mi humilde experiencia personal lo testifica. Se la leeré a mis catecúmenos adultos de la Parroquia de Linea en La Habana.

Martín
2 de noviembre de 2020 a las 04:13

Gracias, fray Martín, por este artículo. Coincido con sus palabras. Solamente quisiera preguntarle sobre una expresión que usa al final del segundo párrafo, luego de la cita del Vaticano II, cuando dice: "se hace cada vez más persona, más mujer y más varón". Puntualmente, ¿a qué se refiere cuando dice que quien sigue a Cristo, se hace cada vez "más mujer y más varón"? Le agradezco si puede aclararme ese punto, pues no le encuentro su sentido. Saludos y el Señor lo bendiga, fray Martín.

Ivan Romuald
2 de noviembre de 2020 a las 16:27

Gracias Martín por su reflexión. Tengo una inquietud en torno a la relación de la santidad con la escatología. Tradicionalmente afirmamos que los santos son aquellos que comparten ya la gloria de Dios, Iglesia celeste. Además nuestro Credo, trata de la parusía, Jesús que ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Viene mi pregunta, ¿estos muertos de los cuales trata el Credo, pertenecen también los santos? si no, ¿cuales serían estos muertos de los cuales habla nuestra profesión de fe?

Martín Gelabert
2 de noviembre de 2020 a las 17:27

Para Martín: "más mujer y más varón" es un modo de decir "más persona", más humano. Quizás no hacía falta explicitarlo. Es un modo de decir que Cristo siempre refuerza lo humano, llevándolo a su perfección, que es Dios mismo. No creo que haya que ver ninguna intencionalidad en mis palabras. Saludos y gracias por participar.

Salvador Arce Guerra
29 de octubre de 2021 a las 23:09

Excelente, como muchas reflexiones, homilies sobre todo, conferencias, disquisiciones dominicas.
Gracias.
Bendiciones,
Luz y paz.

Cristina Torres
30 de octubre de 2021 a las 09:00

Me ha gustado mucho, gracias padre.

Valero
31 de octubre de 2021 a las 08:19

Gracias Martín. Tu palabra ha sido hoy para mí, verdadera Buena Noticia, motivo de esperanza y alegría y de vuelta a la vida. Gracias de nuevo por incluírme en el grupo de los "santos pecadores".

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