11
Nov
2006Nov
Seres vivos, no cosas
14 comentariosEl pasado día 9 el Gobierno anunció su intención de elaborar una ley marco contra el maltrato animal. Al día siguiente, en el editorial de uno de los periódicos más leídos, se decía: “los animales no son cosas inertes; son seres vivos, sensibles al dolor, de modo que el sufrimiento innecesario degrada al sistema que lo permite”. Una excelente reflexión que habría que aplicar, con toda coherencia, también a esos seres vivos que son los humanos.
Coherencia en una doble línea: la defensa del ser humano todavía no nacido, sea cual sea la previsión (porque según mis humildes conocimientos no creo que se pueda ir más allá de la previsión) de su futura calidad de vida. Y la defensa de las vidas de muchas personas nacidas, vidas indefensas, como la del anciano sin familia abandonado en un hospital y tratado como una cosa, con serio peligro de que le dejen morir en cuanto su estado revista la más mínima gravedad o se necesite su cama para alguien más arropado; o la de este hispano que no podía defenderse mientras un policía le golpeaba brutalmente –según imágenes mostradas ayer mismo por la televisión- porque le apretaba el cuello con su rodilla, cosa que le impedía respirar.
La vida hay que defenderla en su totalidad y en todas sus dimensiones. De ahí que en la defensa de la vida del no nacido, la Iglesia se cargará tanto más de razón si esta defensa va precedida y acompañada –con mayor fuerza si cabe- de la defensa de las vidas de tantos nacidos que también necesitan de una voz potente que hable en su favor. Me parece que no es bueno dar la impresión de que esta voz en defensa de la vida es menos audible en unos casos que en otros.
Coherencia en una doble línea: la defensa del ser humano todavía no nacido, sea cual sea la previsión (porque según mis humildes conocimientos no creo que se pueda ir más allá de la previsión) de su futura calidad de vida. Y la defensa de las vidas de muchas personas nacidas, vidas indefensas, como la del anciano sin familia abandonado en un hospital y tratado como una cosa, con serio peligro de que le dejen morir en cuanto su estado revista la más mínima gravedad o se necesite su cama para alguien más arropado; o la de este hispano que no podía defenderse mientras un policía le golpeaba brutalmente –según imágenes mostradas ayer mismo por la televisión- porque le apretaba el cuello con su rodilla, cosa que le impedía respirar.
La vida hay que defenderla en su totalidad y en todas sus dimensiones. De ahí que en la defensa de la vida del no nacido, la Iglesia se cargará tanto más de razón si esta defensa va precedida y acompañada –con mayor fuerza si cabe- de la defensa de las vidas de tantos nacidos que también necesitan de una voz potente que hable en su favor. Me parece que no es bueno dar la impresión de que esta voz en defensa de la vida es menos audible en unos casos que en otros.