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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

27
Ago
2019

Ser hijo de Dios y comportarse como tal

1 comentarios
cupulao

A veces surge la pregunta de si todos los humanos son hijos de Dios o sólo algunos. No sería bueno que esta pregunta, y no digamos la respuesta a la misma, estuviera condicionada por el presupuesto de que la salvación está restringida a los bautizados. Como no parece fácil negar que Dios es el Padre de todos los seres humanos, se recurre a la estratagema de distinguir dos tipos de paternidad en Dios: una, que alcanzaría a todo lo creado, y otra, propia de los bautizados. Todo lo creado es creatura de Dios; por tanto, todos los seres humanos son creaturas de Dios. Pero sólo los bautizados tendrían la dignidad y la realidad de hijos.

Decir que Dios es Padre de todos los hombres, pero que algunos hijos de este Padre no son en realidad hijos, parece un tanto contradictorio y un modo de jugar con las palabras. Es preferible reconocer la filiación universal de todo ser humano con relación al Padre Creador, aunque haya que precisar que no todos los humanos sean conscientes de quién es su verdadero Padre. Hay muchos hijos que, desgraciadamente, no saben quiénes son sus padres. Los hay incluso que reniegan de sus padres. Pero no cabe duda que es más fácil vivir y comportarse como hijo cuando uno conoce al padre y está familiarizado con él que cuando uno no lo conoce.

También hay hijos que, sabiendo quiénes son sus padres, no se comportan como hijos de tales padres. ¿En qué se parece el hijo al Padre? ¿En el rostro, en la estatura? ¿No será más bien en el carácter, en el talante? En el capítulo ocho del evangelio de Juan se encuentra una tensa discusión entre Jesús y los fariseos a propósito de quién es hijo de quién. Los fariseos reivindican con fuerza ser hijos de Abraham. Jesús lo reconoce: “Sois descendencia de Abraham” (Jn 8,37). Pero la cuestión es que no os comportáis como hijos de Abraham, pues el hijo actúa con el mismo talante, el mismo espíritu que el padre. Y los fariseos, dice Jesús, actúan con el espíritu del diablo. Por eso, su padre es el diablo y cumplen los deseos de este padre (Jn 8,44). Se puede ser hijo de Abraham y comportarse como hijo del diablo.

En suma, todos los seres humanos son hijos de Dios, todos hemos nacido porque él lo ha querido y, sobre todo, porque nos ha querido, porque nos ha amado. No sólo ha consentido que seamos, nos ha querido expresamente, sea cuál sea la mediación que nos ha dado el ser. El bautismo refuerza esta condición al darnos el Espíritu Santo, que nos guía por los caminos de Dios. Cierto, es posible estar bautizado y entristecer al Espíritu Santo, no dejarnos guiar por él. Y también es posible no estar bautizado y actuar según el Espíritu de Cristo. Con una diferencia: los bautizados saben cuál es el Espíritu que les guía. Y cuando se tiene claro cuál es el buen espíritu, cuando uno tiene claro quién es su padre, cuando tiene claro de dónde viene y a dónde va, vive con otra alegría. Al final, eso de ser cristiano es una cuestión de calidad de vida

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Hormiasl
27 de agosto de 2019 a las 15:59

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