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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

24
Jun
2020

Ser bueno y hacer el bien

6 comentarios
candalabro03

Miguel de Unamuno distingue entre ser bueno y hacer el bien. No es lo mismo ser bueno que hacer el bien, aunque tampoco es incompatible. Los buenos siempre quieren hacer el bien y casi siempre lo hacen. Dios, el absolutamente bueno, siempre hace el bien. No puede hacer otra cosa. En la medida en que nos asemejamos a Dios, también actuaremos como él actúa, haciendo el bien.

Hay malos que, en ocasiones, hacen el bien. Hay que alegrarse del bien que hacen los malos, pero su maldad les impide hacer el bien de forma firme, constante y segura. Por eso, además de alegrarnos por el bien que puede hacer la persona mala, hay que desear firmemente que se convierta y sea buena.

La distinción entre ser bueno y hacer el bien equivale a la distinción entre las actitudes arraigadas en nuestro ser, y los actos puntuales que hacemos en cada ocasión. A los ojos del mundo, en la moral de las obras, en donde solo importan resultados y apariencias, no importa que uno viva con sentimientos de odio; lo que importa es que no cometa delitos, que no haga el mal. Esta moral fomenta la hipocresía. Con esta moral muchos personajes de nuestro mundo hacen cosas buenas, entregan dinero para buenas obras o fomentan instituciones sociales, pero lo único que les interesa es la publicidad, el “salir en la foto”, o sea, que se hable de ellos, que se diga lo guapos y estupendos que son, aunque, en el fondo, la situación de las personas a las que teóricamente o fotográficamente entregan el donativo, no les interese.

Así se comprende que Jesús nos advierta contra el hacer buenas obras sólo para ser visto por los hombres: “Cuando hagas limosna no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6,2-3).

Quizás el que anuncia con trompetas su limosna hace el bien, pero no es bueno. Y cuando no haya trompetas dejará de hacer el bien. La limosna del que la hace en secreto es la de una persona buena, que es solidaria en toda circunstancia. El primero hace el bien, pero no es bueno. Este bien que hace sirve para aumentar su orgullo y su vanidad. El segundo hace el bien porque es bueno. Este bien que hace es agradable a los ojos de Dios.

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Juan Pablo
24 de junio de 2020 a las 11:27

Muy bueno.

J. Garcia
24 de junio de 2020 a las 12:08

Los clásicos afirmaban que "el hacer sigue al ser". No exactamente.. Como sólo Dios es perfecto, supongo que habrá que esperar alguna cosa buena de los malos de vez en cuando, y alguna cosa mala de los buenos, pues "sólo Dios es Bueno"..

Hormias
24 de junio de 2020 a las 17:54

Las buenas obras qué no tengan firma. La humildad es el motor del evangelio

Juan viejo
25 de junio de 2020 a las 18:14

Tiene razón Hormias... La humildad la salsa del buen cristiano

Miguel
28 de junio de 2020 a las 12:38

Sin irse a ejemplos extremos , sino en la cotidianidad, cómo saber que hago el bien cuando mi hermano me dice que eso que hago no es bueno. Es decir, si hay una acción que para uno es bueno y para el otro no ¿Cómo saber cuál de los dos tienen razón? , Cuando dos cristianos tienen buenas razones para sustentar sus actos ¿Cómo saber encontrar el bien ?, Repito no en situaciones extremas , ¿Cómo saber que no soy malo, aunque no esté de acuerdo con mi hermano que defiende su idea de bien ?

Carlos
28 de junio de 2020 a las 18:00

Saludos Miguel, que Dios te bendiga.

Tratare de responderte:

La distinción entre el bien y el mal la podemos hacer porque Dios nos ha dado la capacidad innata para hacerlo. Aunque esta capacidad pueda nublarse por el pecado... Dios la mejora sirviendose de las Sagradas Escrituras y la Sagrada Tradición, para que nos fijemos en Jesucristo.

En Cristo, los hombres tenemos la referencia por excelencia para distinguir entre el bien y el mal; por lo cual, es bueno alimentarse de las Escrituras y de la Tradición de la Iglesia para mejorar esta distinción.

Más importante aún, es pedírsela al Espíritu Santo con la oración.

Espero haberte respondido.

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