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Reino eterno y universal
5 comentariosEl prefacio de la Misa de la fiesta de Cristo Rey se refiere a un “reino eterno y universal”. Y ofrece esta explicación de porqué es eterno y universal: porque se trata del reino de la verdad y la vida, la santidad y la gracia, la justicia, el amor y la paz. Es eterno y universal porque concentra una serie de valores que, si se entienden bien, son los que todo ser humano desea vivir. Es eterno porque estos valores siempre permanecen, incluso allí donde solo parece que hay mal y mentira. Pues el que hace el mal a los demás, busca el bien para sí. Y el que miente, no quiere ser engañado. También ellos, en el mal que hacen, buscan el bien, sin comprender que no hay bien sólo para uno, ni hay libertad individual. El bien y la libertad sólo se realizan cuando alcanzan a todos. Y es universal porque es el único que puede poder de acuerdo a todos los seres humanos ya que, bajo formas aparentemente opuestas, todos buscan la vida, el amor y la paz.
Este reino es un motivo de fe y de esperanza. Todavía no ha llegado, aunque quienes lo esperan buscan con todas sus fuerzas anticiparlo y hacerlo presente, siquiera sea fragmentariamente. La fe y la esperanza en este Reino no conducen a la pasividad, son un estímulo para luchar con todas nuestras fuerzas a favor del bien, la libertad y la reconciliación entre los seres humanos. Porque el bien, la libertad, el amor, no pasan nunca. Siempre quedan. “El cielo y la tierra pasarán”, anunció Jesús en su último discurso. Todos los reinos de este mundo, la bolsa de Nueva York y los arsenales atómicos, pasarán, tienen fecha de caducidad. Jesús añadía: “mis Palabras no pasaran”. Todo lo que se opone al Evangelio, el anti-amor, la anti-verdad, el odio, no tiene futuro. Todo pasa, menos la Palabra que permanece para siempre y termina resultando victoriosa.
Reino eterno y universal porque es solidario con todo lo humano. Por eso Cristo se hizo pobre. Un Cristo rico no hubiera sido universal ni hubiera podido amar a todos. En la pobreza está la universalidad de su solidaridad. Ahí está su encuentro con todos. Con el pobre y con el rico. A este último llamándolo a compartir para ser verdaderamente rico, con la riqueza de una nueva humanidad.