Logo dominicosdominicos

Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

31
Ago
2014

Mujer de mala vida

4 comentarios

Las ediciones latinoamericanas de los textos litúrgicos suelen traducir por “mujer de mala vida” lo que en los libros usados en España se traduce por prostituta. Así, por ejemplo, el evangelio de Lucas cuenta que Jesús estaba comiendo en casa de Simón, el fariseo. Allí entró “una mujer de mala vida” que, llorando, se puso a besar los pies de Jesús y a perfumarlos (Lc 7,36-50). Cuando un día, en una eucaristía, escuché este tipo de traducción, me puse a pensar: ¿se trata de la directora o de la principal accionista de un banco, de esos que venden bonos basura a sus clientes; o quizás se trata de una política que se aprovecha del cargo para su propio beneficio, o quizás de una alta ejecutiva que paga salarios de miseria a sus trabajadores? Evidentemente, incluso con este tipo de traducción, todos entendemos que se trata de una prostituta.

Surgen varias preguntas a propósito de esta consideración de las prostitutas como mujeres de mala vida. La más obvia, es: ¿no hay varones de mala vida? Ellos son, los varones que buscan a esas mujeres, los que verdaderamente tienen una “mala vida”. Una vida mentirosa, porque luego, con su familia, con sus amistades, con sus compañeros de trabajo, se las dan de padres ejemplares y de personas honradas. Ellos son, los varones que buscan a esas mujeres, los que fomentan ese tipo de trabajo, algunos dicen que tan antiguo como la historia, y siempre tan criticado y condenado por las supuestamente personas de bien. Hay prostitutas y prostitutos porque hay personas que les buscan y les pagan. Si no hubiera esos “hombres de mala vida”, que sostienen y hacen posible con su dinero la mala vida de las mujeres, se acabaría automáticamente con las “mujeres de mala vida”. Los moralistas y legisladores deberían abordar la causa del mal y no solo los resultados producidos por la causa.

Otra pregunta que surge cuando calificamos a las prostitutas de “mujeres de mala vida”, ya la he insinuado al comienzo del post: ¿por qué cuando pensamos en el pecado siempre solemos pensar en los pecados que tienen que ver con el sexto mandamiento? ¿Son esos, acaso, los más graves pecados, los que más odia Dios (digo bien que Dios odia el pecado, no al pecador; al pecador le ama con un amor infinito)? La medida del pecado es la falta de amor. El sexo puede ser expresión de amor, pero también un mal sucedáneo del amor. Pero los malos sucedáneos participan en algo de aquello que sustituyen. Los dos grandes enemigos del Reino son el poder y las riquezas (en el fondo son las dos caras de una misma realidad). El poder y las riquezas enlazan con lo peor del egoísmo humano. Es una pena que cuando se habla de pecado, se piense en aspectos terciarios (el sexo) y no se piense en sus aspectos primarios (el poder y el dinero).

Posterior Anterior


Hay 4 comentarios, comparte el tuyo

En caso de duda, puede consultar las normas sobre comentarios.

Aviso: los comentarios no se publican en el momento. Para evitar abusos, los comentarios sólo son publicados cuando lo autorizan los administradores. Por este motivo, tu comentario puede tardar algún tiempo en aparecer.

Cancelar repuesta


Mercedes
1 de septiembre de 2014 a las 12:36

Opino lo mismo que usted . Recuerdo cuando era joven que, en los púlpitos así como en los confesionarios. sólo era pecado el sexo y casi nunca se hacía mención al poder y al dinero.
Así como los varones buscando a esas mujeres , fomentan ese tipo de trabajo , también muy recientemente , la burbuja inmobiliaria se vió fomentada por la excesiva demanda de inmuebles .

Elvira
1 de septiembre de 2014 a las 14:05

Estimado Reverendo Padre Fray Martín, me es dificil imaginar que hubieran mujeres ejecutivas que tuvieran elevados cargos de poder en el S. I
Si miramos el contexto cultural y temporal en que fueron dichas estas palabras de Evangelio y después puestas por escrito hasta llegar a nosotros S. XXI es más probable que el pecado referido a esta mujer fuera de comerciar con su cuerpo, venderlo a cambio de dinero. Efectivamente esta práctica ya existía antes de Jesucristo (piensen en las culturas griegas y romanas, que son más cercanas a nosotros)en mi apreciación, no es que quiera reducirlo todo a la sexualidad, pero el contexto insisto es importante. Yo me planteo la siguiente cuestión: ya sabemos en qué consiste una mujer de mala vida, pero una mujer de buena vida, ¿Sería una vida de santidad? ¿En qué consite esta vida? ?A de imitar a Jesucristo, a la Virgen o a ambos? o a nadie.

Buen inicio de curso a todos, los lectores y comentadores del Blog.

Juan
1 de septiembre de 2014 a las 22:12

Hace unos días fue noticia una prostituta, recientemente licenciada en derecho, que reclamaba para si y sus compañeras de profesión, sus derechos laborales: lanzaba gritos contra los gobiernos que permitían el tráfico humano, el exceso horario de servicios.. y otras muchas injusticias. Fray Martin, resalta aquí la gravedad del mal en su forma de dinero y poder. Y el evangelio, en la liturgia
de esta mañana, nos recuerda nuestra vocación profética como cristianos. Una gran tarea por delante.

Luciana
3 de septiembre de 2014 a las 14:10

Por si ayuda mi aportación. Una mujer o un hombre es lo que decimos " de mala vida" es decir se prostituyen, o cumple con el primer Mandamiento de la Ley de Dios "Ama a su prójimo como a si mismo y, a Dios por sobre todas las cosas " es lo que juzgamos persona de buena vida, y si ademas,da la vida por su prójimo, o sus bienes a los pobres...esto es lo que decimos,imitan a Jesucristo.Es persona de buena vida.

Logo dominicos dominicos