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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

20
Mar
2017

Mística de ojos abiertos

2 comentarios
catalinadesena

A veces se piensa que la mística es una fenómeno extraño, extraordinario, y reservado a unos cuantos elegidos. En realidad, la palabra mística hace referencia al misterio por excelencia, a Dios. La mística, bien entendida, es una experiencia de fe, un desarrollo de la fe. Y la fe es un encuentro de la persona con el Dios vivo que nos sale al encuentro.

Ahora bien, en las condiciones de este mundo todo encuentro con Dios está mediatizado. No hay encuentro inmediato del hombre con Dios. Todo encuentro se realiza a través de mediaciones. De ahí la gran importancia que, en la teología y en la espiritualidad católicas, tienen los sacramentos, porque ellos son unas mediaciones privilegiadas para encontrar a Dios. Los sacramentos no se limitan a los clásicos “siete” signos de los que hablan los catecismos (el primero bautismo y el último extremaunción). El sacramento por excelencia de la presencia de Dios en nuestro mundo es el prójimo, ya que cada vez que hacemos el bien a un hermano, en su situación de pobreza o enfermedad, con quién nos estamos encontrando es con Dios mismo.

Se comprende así que un teólogo como J.B. Metz haya hablado de una “mística de ojos abiertos”. Puede parecer una contradicción, porque lo que sugiere la mística es la oscuridad, el no ver, la noche oscura del alma. Y, sin embargo, la fe tiene no solo su momento de oscuridad, sino también su momento de luz. De ahí que la mística, que es una forma de vivir la fe, tenga también su luz, no una luz que ciega (como sería la visión directa de Dios), sino una luz que permite ver con más profundidad. La mística de ojos abiertos mira la realidad y, sobre todo al ser humano, con la mirada de Dios, desde la libertad de los hijos. De ahí que descubre en todo la presencia de Dios.

Por eso, la mística, lejos de apartarnos del mundo, nos compromete aún más en la construcción de un mundo más justo y más humano. Si la mística nos separa del hermano, es una falsa mística. Si nos acerca al hermano, para ayudarle en su pobreza y en su necesidad, es una buena mística. Por eso, místicos somos todos los cristianos, siempre que nos abramos a la acción del Espíritu Santo. Esta apertura a Dios, por su Espíritu, necesariamente nos abre al hermano.

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Juanjo
20 de marzo de 2017 a las 17:11

Una reflexión improvisada; Muchas veces se lee y es verdad que los "mejores teólogos" han sido los místicos.
Etimológicamente equivaldría a afirmar; los que mejor hablan de Dios son los que mejor han captado su esencia, los que mejor han comprendido como se le encuentra.
Enlazando con el post; quienes mejor comunican a Dios son los que más aman, los que mejor han comprendido la presencia de Dios en el hermano.

felicianolopezrobles
21 de marzo de 2017 a las 12:12

El místico viene exigido por una búsqueda de amor, buscar y vivir el amor a Dios y a los hermanos pide apertura, disposición interior, exige un trabajo en favor de un encuentro, encuentro con el Dios de la Vida.- La mística se debate en la oscuridad del alma, que busca a tientas la luz que le guíe a la meta deseada, la luz abre sus rayos luminosos a quien busca, y dispone para el empeño de seguir la tarea.- La mística es un arte que hay que aprender, al que muchos están llamados; allí crece el amor, crece el deseo de disposición y entrega, en favor del hermano por amor a Dios.- Encontrarse con el Señor, pide silencio, reflexión, pide disposición interior para encontrar el agua viva, que mana de la fuente que harta y sacia, y se desborda sobre todos los demás.-

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