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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

30
Abr
2015

Mendigos en las puertas de las Iglesias

6 comentarios

Una pareja concierta con el párroco los detalles de su boda. En un momento dado el párroco pregunta: ¿quieren ustedes la boda con mendigo o sin mendigo? Ante la sorpresa de los novios, el párroco explica que el mendigo que habitualmente pide en la puerta de la Iglesia, si hay una boda deja de acudir previo pago de 50 euros. Ya nadie se sorprende de ver a los mendigos en las puertas de la Iglesia. Algunos feligreses les conocen y les saludan con simpatía. Esos mendigos no aceptan comida, solo quieren dinero. Los que buscan comida van a buscarla a las puertas de los conventos. Es posible hacer muchas valoraciones de este fenómeno. Cierto, hay mucha necesidad en esta sociedad nuestra y casi todas esas personas que piden en las puertas de las Iglesias han encontrado un medio de vida, en el que se gana bastante dinero que no hay que declarar al fisco.

En esta sociedad capitalista la gente va a buscar el dinero allí donde está. Si hay personas marginadas que buscan dinero en las puertas de la Iglesia es porque la gente que allí entra tiene dinero. Esta reflexión tan obvia debería hacernos pensar. También la gente que entra en los bancos tiene dinero. Curiosamente, en las puertas de los bancos no hay mendigos. También esto debe hacernos pensar. Probablemente algunos de los que entran en la Iglesia son personas dispuestas a desprenderse, al menos de unas monedas, aunque sólo sea para que les dejen en paz. Hay otros que se desprenden buscando realizar un acto de caridad y de solidaridad. Los que entran en los bancos no están dispuestos a desprenderse. Porque si así fuera, no me cabe la menor duda de que las puertas de los bancos estarían llenas de pedigüeños.

Es muy posible que bastantes de los que entran en las Iglesias también entren en los bancos. Este dato podría llevarnos a pensar que la presencia o ausencia de mendigos no se debe tanto a las personas que entran (en la Iglesia o en el banco), sino a la amenaza latente que representa el banco. Los jefes del banco no pueden consentir que haya mendigos en las puertas de su establecimiento, porque eso sería un desdoro para la entidad. Los bancos no pueden consentir que el cliente sea molestado. Y aunque hay Iglesias en las que también hay guardianes de la puerta, en general los responsables de la Iglesia no ponen demasiados inconvenientes a la presencia de mendigos.

La gente va allí donde el dinero está, pero no basta que haya dinero para que la gente vaya. Se necesita una segunda condición: que ese dinero sea fácil de conseguir. A partir de ahí se pueden sacar algunas conclusiones sobre la presencia de mendigos en las puertas de nuestras Iglesias, incluyendo alguna reflexión sobre si nuestras Iglesias son de los pobres y para los pobres.

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Anónimo
1 de mayo de 2015 a las 13:54

Hay formas sostenibles de canalizar recursos sociales y económicos sin fomentar la mendicidad. Mendicidad ejercida a veces por jóvenes cuyo aspecto no es precisamente el de pasar hambre. En todas las parroquias hay un servicio de cáritas, que atiende las necesidades básicas, pagando incluso recibos de agua y luz a quien lo necesita.

¿ Qué nivel espiritual muestra quien acalla su mala conciencia con unas monedas a la puerta de la una iglesia. Siempre será mejor enseñar a pescar. Indicar entidades, personas que pueden atender las necesidades básicas, orientación laboral.¿ No será que existe un alto nivel de picaresca, como indica el P. Martín, de dinero fácil y sin impuestos?. Por no hablar del “seguimiento” que se hace de bienintencionadas personas mayores que viven solas, sus costumbres, donde viven a veces ganando su confianza, y poniendo en peligro su seguridad. No siempre las intenciones son las mejores.
En los cajeros automáticos pernoctan muchos de los que no quieren utilizar los servicios sociales. El capital descarga su mala conciencia.

Estamos en vísperas de realizar la declaración de Hacienda. En ella se incluye las correspondientes casillas para canalizar recursos a fines sociales, eclesiásticos, ong. Una forma de canalizar nuestra buena conciencia.

Martín Gelabert
1 de mayo de 2015 a las 14:08

No suelo contar anécdotas personales, pero cuento una: a una persona que lleva varios años en la puerta de la misma Iglesia un día, que me pedía dinero le dije: le cambio todo el dinero que yo llevo por el que tiene usted en sus bolsillos; y añadi: le hago notar que llevo billetes. Me miró, se lo pensó, y me dijo: no, gracias. Desde entonces nunca más me he pedido dinero, me sonríe cuando me ve pasar.

Juan
1 de mayo de 2015 a las 14:51

Hubo un tiempo en Galicia que existían dos tipos de necesitados: los auténticamente necesitados, y los profesionalmente necesitados, conocidos como "moinantes": asistían a las romerías de los pueblos como ciegos y cojos: era una clase de humoristas con cuentas bancarias.. ¿Los necesitados de hoy, los mendigos de las iglesias, qué clase de necesitados son? Para evitar tener uno que hacer juicios, las autoridades civiles y religiosas debieran tomar cartas en el asunto. Porque con eso de que uno es ciego, tiene que ver cada cosa!!!

Lucíana
2 de mayo de 2015 a las 14:49

Sin querer corregir a nadie,lejos de mi intención,pongo lo que pienso sobre los mendigos.Creo que tener que pedir tiene que ser costoso pero,la necesidad se impone.No tengo a mano el texto del Evangelio que dice: "No juzgueis y,no sereis juzgados.Dejad a Dios que conoce el interior del hombre".Y cuento tambien un caso que me ocurrió no hace mucho.Entre la puerta de un Hotel y un Banco,solía estar todos los días un mendigo que sentado en el puro suelo tendía la mano al transeunte.Una pierna la tenía totalmente doblada y el pie lo tenía al reves.Pensé,aunque quiera trabajar le será imposible,metí la mano en mi bolso y le di un billete..lo hice cada vez que tenía que hacer ese trayecto.El hombre lo mismo estaba a pleno sol o con el viento y el frío según la temporada.Supe que,la mujer y los hijos lo dejaban cada mañana en ese puesto y al final de la jornada iban a por lo que había recogido,asi día tras día.El agradecimiento de ese hombre era patente,se le llenaban los ojos de lágrimas y me besaba la mano cuán podía.No perdí nada.

Eduardo Rod
30 de mayo de 2015 a las 15:00

Me ha dado que pensar "los mendigos a las puertas de las iglesias". Yo no sé si el dinero que doy al hermano que pide a la puerta de la iglesia de los PP. Dominicos, en Sevilla, lo hace para mantener a su familia o para gastárselo en vino. Pero sí sé que la culpa de esa ignorancia es mía. No es un "mendigo" el que pide, es un hombre tan hijo de Dios como yo (quizás más). En consecuencia, si es hijo de Dios, es hermano mío. Y bien podría preocuparme, preguntarle, para intentar conocer sus circunstancias personales, el por qué pide, para qué, qué hechos le han llevado a esa situación, etc. Y eso es lo que no hago. Y esa culpa es mía. Que no debo soslayar aumentando en 1 € lo que normalmente suelo darle. Y, desde luego, no juzgando su conducta.

Angel
18 de agosto de 2018 a las 13:05

A los que piden en las puertas de las iglesias siempre les indico que vayan a Cáritas, que yo entrego mi dinero ahí y ésta lo administra. Nunca les doy directamente. Gay mafias y mucha picaresca. Debemos evitarlo.

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