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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

11
Abr
2017

Matar el odio

4 comentarios
cruzentinieblas

El cuarto evangelio pone en boca de Jesús estas acertadas palabras: “me han odiado sin motivo” (Jn 15,25). Jesús mismo, según este evangelio, explica la razón de este odio sin motivo: “haber hecho obras que no ha hecho ningún otro”. En efecto: cuando uno solo hace el bien, rechazarle parece el triunfo de la sin razón. El odio, como el amor, es ciego, pero de diferente manera: mientras el amor disculpa sin límites porque “no toma en cuenta el mal” (1 Cor 13,5), el odio, viendo las buenas obras, es incapaz de ver el más mínimo bien.

Si alguien tiene motivos para odiar es precisamente el que es odiado sin motivo. Pues bien, Jesús nunca devuelve mal por mal, al ser insultado no respondía con insultos, al padecer no amenazaba (1 Pe 2,22). Para que esto fuera posible “dio en sí mismo muerte al odio” (Ef 2,16). Solo así es posible parar el odio: cuando uno lo mata en sí mismo. O mejor aún, cuando uno no lo deja entrar en su vida. Para no dejarlo entrar, Jesús llevaba puesta la coraza del amor (cf. Ef 6,14-16). Como el odio no estaba en su vida, era imposible que odiase. De Jesús sólo sale amor.

Dar muerte al odio, llevar puesta la coraza del amor: evidentemente se trata de metáforas, pero son muy significativas, porque responden a una actitud determinante de la vida de Jesús. En él resplandecía el Amor del Padre que invadía su vida. Así se explica que en la muerte de Jesús resplandezca una gran luz, que contrasta todavía más frente a la gran oscuridad que envuelve a los que le matan. Este modo de morir tiene como resultado la paz, porque al no haber ningún asomo de odio, puede derribar todos los muros que separan a los pueblos (Ef 2,14).

Desgraciadamente, Jesús sigue siendo crucificado en tantas personas que llevan su imagen. ¿Cómo explicar a los crucificados de la tierra que solo si matan en sí mismos el odio será posible la paz? Más difícil aún: ¿cómo explicar a los crucificadores el sin motivo de lo que hacen? La pasión de Cristo continúa. Sospecho que continuará mientras haya seres humanos sobre la tierra. La cuestión entonces es: ¿de qué lado me pongo yo?, ¿con quién quiero identificarme, con los que odian sin motivo o con los que matan en sí mismos el odio?

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Micaela
12 de abril de 2017 a las 08:38

Me da la sensación, fray Martín, que matar el odio es comprender la pobreza y el límite de nuestro amor y admitir que solo podemos amar con el amor con el que hemos sido amados y desposeernos así de lo que creemos que son nuestras propias conquistas. Como dice el cántico del siervo que hemos leído hoy: <<cada día me espabila el oído para que escuche y poder decir al abatido una palabra de aliento>> No es mi palabra, es la suya.

felicianolopezrobles
12 de abril de 2017 a las 18:42

No tengo experiencia de odio en mí, pero imagino que haber sido tentado por el odio y desear abandonarlo debe ser algo fuerte.- Jesús no podía odiar a nadie y a nada, más el hombre está sujeto a esta pasión como a todas las demás.- Me parece un acto heroico salir del odio para entrar en el amor, sólo la gracia de Dios puede obrar milagros en nosotros.-

teresa
13 de abril de 2017 a las 08:27

No se si heroico pero sí cotidiano
Abandonar el odio como mantener el amor es una acción cotidiana
Cada día, es necesaria la constancia, la sabiduría, la fuerza que viene del Espíritu de Dios, para poder vencerle
Como cada día es necesario beber el agua de la que habla San Juan en 4, 14 . Sólo ella nos mantiene en el amor, nos facilita el perdón y nos aleja del odio
Si me falta el amor nada soy

Henry
15 de abril de 2017 a las 06:34

En todas las cosas Cristo te invita a ser útil a tu prójimo, no teniendo en cuenta su maldad, sino poniendo tu bondad al máximo. De esta manera nos invita a hacernos semejantes a nuestro Padre «que hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos». (Mt 5,45). San Ireneo

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