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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

31
Oct
2019

La muerte, camino de vida

6 comentarios
fielesdifuntos

La investigación científica, la reflexión y la búsqueda humana, es un esfuerzo por conocer lo que es, lo que hay, la verdad, la realidad. A veces, lo que hay, la verdad, está velada por las apariencias. De ahí que los buscadores de la verdad, en muchas ocasiones, se plantean la pregunta de si “lo que aparece” es exactamente “lo que es”. Desde posiciones filosóficas se ha planteado la pregunta de si la muerte es lo que parece o es lo desconocido. La teología tiene una respuesta que, sin negar lo que aparece con la muerte, afirma que podría ser un camino para el encuentro definitivo con Dios. Desde esta perspectiva, la muerte podría ser considerada no sólo un momento doloroso, sino que podría ser también motivo de esperanza. Visto así, la muerte podría ser un deseo, tanto más fuerte cuanto más unida está la persona a Dios.

A la luz de lo dicho, se podría comprender la necesidad de morir que tiene todo ser humano, no sólo por razones biológicas, sino por razones que podemos calificar de teológicas. La muerte es algo natural, es la consecuencia del nacer y del vivir. Mejor dicho, del vivir limitadamente, como es todo vivir en este mundo. La muerte es consecuencia de la finitud y de la caducidad a la que está sometido todo lo creado, todo lo que no es Dios. De haber inmortalidad o victoria sobre la muerte, sólo es posible por participación en la vida de Dios. Ahora bien, a la luz de la fe cristiana, esto tan humanamente natural podría ser también un camino para el encuentro definitivo con Dios. Un camino para el cielo.

Si la vida eterna, si el cielo, si el vivir con Dios plenamente implica “dejar”, “salir” de este mundo, de este universo, de este tiempo, me parece evidente que no se sale de este mundo con un avión ni sobre una nube. El único modo de salir de este mundo es dejándolo, o sea, muriendo. Por tanto, la muerte es el único camino posible para entrar en el cielo.

Pero si estamos convencidos de que la muerte es el camino para el cielo, entonces no muere (ni vive) de la misma manera el que se lo cree o el que no se lo cree. Y entre los que se lo creen, no mueren (ni viven) de la misma manera los que más aman a Dios. Para los que aman a Dios, la muerte, lejos de ser una tragedia, puede ser hasta un intenso deseo, en línea con lo que dice San Pablo: quiero morirme, y estar con Cristo, porque morir es, con mucho, lo mejor. Sin pecado, unidos totalmente a Dios, convencidos sin ninguna fisura de su amor, la muerte se “vive” de otra manera, no sólo con tristeza, sino también con esperanza y paz, y hasta con alegría.

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Antonio Favilla
31 de octubre de 2019 a las 11:01

Para los cristianos es Cristo, con su muerte y resurrección, quien nos lleva al paraíso.

Mayor Thompson
3 de noviembre de 2019 a las 10:36

Nuestra única esperanza es dios

Isabel Cofiño
3 de noviembre de 2019 a las 19:30

Gracias desde mis 86 años , por confirmar con sus palabras lo que vivo con Fe y Gozosa esperanza ,preparando cada día, el feliz encuentro , con todo lo que amé y creí GRACIAS

Vicente V.
3 de noviembre de 2019 a las 20:32

San Pablo dice que si morimos con Cristo obtendremos una resurrección"como"la suya. El resucitó al tercer día; sus despojos desaparecieron del sepulcro, pero en nuestro caso eso no ocurre. ¿Habrá que interpretar ese "como" en el sentido de "similar" o "parecido"?.
Por otra parte me cuesta creer que resucitaremos al final de los tiempos, pues si Dios lo ha creado todo por amor y así lo mantiene no puede hacer que todo desaparezca, sería un Dios caprichoso: ahora creo y ahora no.
Me gustaría saber cómo explica la Teología nuestra resurrección y la vida eterna para no caer en la fe del carbonero: no entiendo nada, pero confío en ti Señor

Martín Gelabert
3 de noviembre de 2019 a las 21:17

Para Vicente V.: Le agradezco mucho su comentario. Comprenderá usted que yo aquí no puedo dedicarme a dar una clase de teología. Puestos a recomendar, le recomiendo un libro mío editado por san Pablo, pero que desgraciadamente está agotado: Creo en la resurrección.
Y dos cosas a propósito de su comentario: resucitar "como" Cristo no es dar vida a un cadaver. Según la liturgia, al deshacernos de nuestra "morada terrestre" (esa está perdida para siempre) se nos prepara en el cielo "una mansión eterna", o sea, un cuerpo nuevo, un cuerpo glorioso como el de Cristo resucitado, un cuerpo totalmente animado por el Espíritu Santo. Y a propósito de la resurrección al final de los tiempos, quizás se podría pensar que este final del tiempo acontece para cada uno con la muerte. Por eso san Pablo dice que "tiene ganas de salir de este cuerpo para vivir con el Señor" (2 Cor 5,8).

Jordi
7 de noviembre de 2019 a las 15:38

Falta el juicio particular, las Iglesias Triunfante de los Santos y la Purgante de los imperfectos, que no son perfectos como Dios, y finalmente, el infierno con los demonios y las almas de los condenados por pecar mortalmente.

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