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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

29
Ene
2018

La increencia enseña que Dios no es una evidencia

4 comentarios
cieloazul

La increencia nos enseña que Dios no es una evidencia, sino un Misterio, el misterio por excelencia, que nunca acabamos de comprender y que no podemos manipular. Cierto, la fe es asentir al Dios que se revela. Pero, y eso se olvida con frecuencia, es también y al mismo tiempo, una búsqueda y una constante interrogación. La fe es simultáneamente asentimiento y búsqueda, decía Tomás de Aquino. Los creyentes olvidamos, a veces, la ansiedad que caracteriza al acto de creer, pues el objeto de la fe, Dios mismo, carece de evidencia objetiva. De ahí la insatisfacción de la inteligencia humana al acogerlo cuando se revela, pues la inteligencia busca claridad. En la fe no hay nada completamente claro: la imperfección en el conocer es constitutivo de la fe; la fe no puede ser un conocimiento perfecto, decía Tomás de Aquino. El creyente es un inquieto, un insatisfecho, porque cree sin tenerlo claro. La falta de claridad no es un motivo para glorificar la obediencia, sino más bien un acicate que impulsa a buscar la verdad.

La inevidencia no es ni una prueba que Dios nos envía, ni es manifestación de pobreza de fe. Tomás de Aquino dice expresamente que en la fe hay un aspecto equiparable a la duda, a la sospecha y a la opinión. El preguntar y el dudar no demuestra necesariamente falta de fe. Pudiera demostrar madurez en la fe. Las preguntas pueden ayudar a encontrar respuestas que ayuden a profundizar en la fe, a mejorar sus expresiones, a corregir sus formulaciones inauténticas, a buscar nuevos motivos y razones para creer.

Cierto: la fe no es fruto de la razón, pero tampoco es contra ella. De ahí que la fe se opone a la ligereza de la credulidad (cf. Eclo 19,4). El creyente realiza un acto humano y, por tanto, justificable. Pero también sabe que este acto, que tiene su racionabilidad, no es evidente ni demostrable. Se trata de un acto racionalmente posible que no es racionalmente concluyente. Por eso no puede imponerse, sino tan solo proponerse. Pues el creyente es muy consciente de que siempre caben argumentaciones y explicaciones coherentes de su vivir y su obrar, distintas de las que él da en nombre de su fe. Esto explica que la fe sea siempre libre y, por eso, tolerante.

Ante las otras opciones, el creyente no debe esconder su fe. Debe situarse inteligentemente en una postura de búsqueda y pregunta. Pues el creyente, más que poseer la verdad, camina hacia ella y la busca con pasión. Así puede caminar de la mano con todos aquellos que también buscan la verdad y el sentido de la vida.

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rafa
29 de enero de 2018 a las 17:25

Gracias, fray Martín. Lo que acaba de exponer supone para mí el único eslabón que no separó la filosofía de la teología: la búsqueda incansable de la verdad.

Emilio
1 de febrero de 2018 a las 11:10

Difícil tema para seguir nos plantea hoy, búsqueda de la verdad, fe, evidencia...
Para mi la fe siempre ha sido confianza y todos hemos tenido que confiar en alguien al menos una vez y sin que nos quedase otro remedio, de lo contrario no estaríamos aquí, (es el caso de nuestros padres). Es para mi evidente que la fe no tiene por que proporcionar un conocimiento perfecto, como nos recuerda el artículo, pero si que creo que nos puede llevar a conseguir un sentimiento perfecto, y personalmente no tengo ninguna duda, al contrario que muchos filósofos, que la primera fuente de conocimiento del ser humano son las sensaciones y los sentimientos. Y si el sentimiento más perfecto es el amor, se podría decir que la verdadera fe nos debe conducir al amor.
Un razonamiento muy rápido y escueto, pero espero sirva como granito de arena a aportar a este tema tan presente en todas las épocas y lugares.

MIguel Ponce Máñez
2 de febrero de 2018 a las 13:26

...de acuerdo en que la fe no es fruto de la razón, es un don de Dios (CIC 153). Pero todo fruto necesita previamente haber sido alimentado, sino difícilmente crecerá. Y la razón es, sino el único, si un buen alimento para hacer crecer la virtud teologal de la fe.

Isabel langa
8 de febrero de 2018 a las 12:01

Entre las opciones del creyente está también la escucha ,la búsqueda conduce al desarrollo y al crecimiento, maduración de la fe. No alcanzamos racionalmente el Misterio, no sabemos los por qués, sólo la Esperanza que contiene la fe, nos lleva
a asentir que la aceptación de ésta como don conduce a la respuesta y al sentido que el creyente anhela en su vida.El creyente es consciente a su vez de la fragilidad que ésta conlleva al exponer las razones de su opción. En entornos fuertemente secularizados el testimonio pasa por aceptar humildemente las distintas opciones que nos salen al paso y agradecerlas como enseñanzas vivas.
Un saludo.

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