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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

8
Feb
2017

La humanidad entera entrará en el descanso de Dios

3 comentarios
La humanidad entera entrará en el descanso de Dios

Dios quiere que todos los hombres se salven, le dice san Pablo a Timoteo. Precisamente por eso, Pablo recomienda a su discípulo que se hagan oraciones por todos los hombres (Cf. 1Tim 2,1-4). La plegaria es la traducción y la consecuencia clara de la esperanza: se pide lo que se espera alcanzar, en este caso la salvación de todos.

No es extraño que la liturgia de la Iglesia se refiera con frecuencia a esta esperanza. Uno de los ejemplos más claros es el prefacio X dominical, en el que se proclama que el memorial del Señor resucitado se celebra en “la espera del domingo sin ocaso en el que la humanidad entera entrará en el descanso de Dios”. Lo que la Iglesia espera es que la “humanidad entera”, toda entera, se salve. Eso dice el texto. Y lo dice en coherencia con las palabras sobre el vino que recuerdan la entrega de Cristo por todos los hombres (pues este es el sentido del término “muchos”, que hubiera sido mejor traducir por “multitud”). Otro prefacio, el de la Santísima Eucaristía, proclama que la finalidad de este sacramento es que “un mismo amor congregue a todos los hombres que habitan un mismo mundo”. De nuevo aparecen aquí “todos los hombres” del mundo. Esa es la esperanza de la Iglesia.

De tal esperanza, tal oración. De ahí que en la plegarias eucarísticas la oración por los difuntos es universal. En la segunda se pide “por los que han muerto en la esperanza de la resurrección”, pero inmediatamente la oración se extiende a “todos los que han muerto” y son acogidos por la misericordia de Dios. Lo mismo ocurre en la cuarta: después de pedir por los que han muerto en la paz de Cristo, añade: “y por todos los difuntos”.

La cuestión de la salvación no puede plantearse en términos de saber: ni sabemos que todos se van a salvar, ni sabemos que algunos o muchos se van a condenar. Aquí no hay saberes que valgan. Lo que cuenta es la esperanza. Y la esperanza es universal. Además de ser universal es segura, porque, como dice Tomás de Aquino, no se apoya en nuestras fuerzas o posibilidades, sino en el poder y en la misericordia de Dios, que no tienen límite alguno.

Una esperanza así no puede convertirse en una escapatoria que nos haga olvidar la necesidad de esperanza humana para tantas personas que viven en la precariedad y hasta en la desesperación. La esperanza cristiana, si es auténtica, es un motivo más para luchar y trabajar, sin discriminación alguna, por una humanidad más justa, en la que se respete la dignidad de todos los hijos de Dios.

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Antonio López Sernández
9 de febrero de 2017 a las 09:42

Profunda consideración, P. Martín. Dios es ante todo Padre, con infinito amor... Si nosotros, padres, perdonamos siempre a nuestros hijos, mucho más Dios. Quiere que todos se salvemos. Tenemos que luchar para que todos "obtengamos" en esta vida el billete para la eternidad, que es el amor, viviendo nosotros mismos este mensaje. Aunque nos olvidemos de Dios, Padre misericordioso, Él nunca se olvida de nosotros. Él mismo se encarga de pagar el coste de la salvación, muriendo en la Cruz por todos. Busca y ofrece oportunidades para que, aunque sea en momentos extremos, aceptemos este regalo. Para llegar a la felicidad con Dios, tenemos que adelantar en esta vida ese Cielo viviendo en el amor de Cristo.

felicianolopezrobles
11 de febrero de 2017 a las 12:27

Después de leer el tema, se me ocurre una pregunta: la misericordia de Dios es infinita y la esperanza del hombre también puede y debe serlo, entonces ¿acogerá Dios en su seno a toda la humanidad tal cual es y vive?.- Dios, es Padre, y su misericordia no tiene medida, pero el hombre es lobo para el hombre e indiferente para Dios.- No lo tengo muy claro.-

Martín Gelabert
11 de febrero de 2017 a las 13:21

Feliciano: En el post digo que la salvación no es un asunto que pueda plantearse en términos de saber, sino de esperanza. Por eso es igualmente inapropiado decir que "todos" se salvarán; o que "uno" o "algunos" o "muchos" se condenarán. Esperamos una salvación para todos. Una salvación que requiere también ser aceptada en la libertad. Y no sabemos lo que ocurre en el corazón humano, pero podemos esperar confiados porque la misericordia de Dios es infinita. Ir más allá me parece arriesgado. Pero esta esperanza permite al cristiano vivir confiadamente y, por supuesto, vivir en la acción de gracias. A este respecto me permito recomendarle este post mío: http://nihilobstat.dominicos.org/articulos/salvacion-universal-posibilidad-real/

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