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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

6
Nov
2011

¿Hay una experiencia de Dios?

11 comentarios

La pregunta no se refiere a un sentimiento piadoso o religioso cualquiera, sino a una experiencia de Dios en la gracia comparable de algún modo a la que Jesús sintió en su naturaleza humana en virtud de la Encarnación, cuando él tuvo conciencia de su profunda relación con el Padre. ¿Existe en la experiencia del hombre en gracia algo similar a esto que Jesús sintió “de modo natural”? Los místicos afirman que hay una experiencia de Dios, pero es imposible comprender sus descripciones si uno no ha tenido tal experiencia.

Comencemos por preguntar: ¿hemos tenido en alguna ocasión una experiencia de “lo espiritual” en el ser humano? Podemos responder afirmativamente. Todos los días pensamos, amamos y disfrutamos con los valores del arte o de la música. Pero en estos ejemplos el espíritu es el aditamento gozoso de nuestra vida terrena y aquí preguntamos por la experiencia de algo distinto a lo terreno, algo que nos asimila al Espíritu de Dios. Ofrezco, pues, otros ejemplos, consciente de que no son más que tímidos balbuceos de lo que podría ser una experiencia espiritual de Dios.

¿He callado en momentos en que quisiera haberme defendido de algún trato injusto? ¿He perdonado aún sin recibir por ello ninguna recompensa? ¿He hecho el bien sin buscar agradecimiento o reconocimiento? ¿He seguido alguna vez la voz de la conciencia, sabiendo que no podía explicárselo a nadie y que sólo respondía ante mi mismo? En gestos como estos y en otros parecidos, en mi capacidad de perdón, ayuda mutua, amor desinteresado, alegría por el bien realizado, anhelo de justicia, lucha contra el mal, gozo en la oración, fracasos que no hunden, sino que permiten nuevos comienzos, es posible descubrir el “espíritu de Jesús”, es posible experimentar que este espíritu es algo más que un elemento de este mundo y que el sentido de la vida no se reduce a la felicidad de este mundo. Quizás sin una conciencia clara de ello, en momentos como estos hemos tenido una experiencia de lo sobrenatural.

De esta experiencia de la gracia no cabe decir: “ya la tengo”. Lo único que podemos hacer es buscarla sin descanso, olvidándonos de nosotros mismos. Sólo se puede dar con ella buscando exclusivamente a Dios.

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Juanjo
6 de noviembre de 2011 a las 09:11

Y esta "experiencia" se da o puede darse en cualquier persona. Sea cristiana o no cristiana, creyente o no creyente, atea o agnóstica, se sea consciente de ello o no.
¿O es que Dios no actúa a través de Todo hombre?.
¿Semillas del Verbo? ...... Quizá, tambien hoy ...y siempre.

Isabel
6 de noviembre de 2011 a las 13:05

Podríamos preguntar por ejemplo a los Monjes-as :qué les mantiene en un claustro toda una vida.Comenzando en sus años jóvenes;saboreando la madurez de su vida terrena,incluso ya en los años de senectud.
Visitar un Monasterio es recbir una evangelización silenciosa:contemplar sus rostros que nos impactan con su serenidad,su sonrisa y alegría que habla.Seres que,nunca han sentido la satisfacción de haberse roto con sus fuerzas por atender enfermos:por la dura tarea de enseñar al que no sabe:por consolar y escuchar al que sufre..etc De qué viven.No será la experiencia de Dios que les llena por su entrega en silencio y por su vida de Fe en su Modelo: Jesucristo ...?

anonimo
6 de noviembre de 2011 a las 20:17

La experiencia simplemente te transforma : no vivo yo, sino Cristo quien vive en mi.

JM Valderas
6 de noviembre de 2011 a las 21:31

Martín, me parecen muy valientes tus últimos posts. El otro día sobre el lenguaje teológico, hoy sobre la realidad de la experiencia de lo trascendente. A uno, que brega en planos mas pegados al suelo, más tangibles y contrastables, los temas mencionados se le aparecen con aristas romas y borrosas. Me explico: la experiencia de lo divino, la religión, puede considerarse desde una óptica biológica como un fenómeno adaptativo (muchos pronunciamientos fomentan la reproducción, el matrimonio joven, la lealtad y ayuda intragrupal y otras propiedades darwnistas). Otros biólogos no niegan ese carácter adaptativo, pero lo reputan una ilusión adaptativa. Con otras palabras, más que experiencia real, espejismo. De ello habla J. Bering en su reciente The God Instinct. Vale.

Martín Gelabert
6 de noviembre de 2011 a las 22:22

Amigo Valderas, apuntas un tema interesante. Sin duda hay acontecimientos y experiencias que pueden interpretarse de distintos modos y desde distintas perspectivas. La cuestión, a mi modo de ver, es si la interpretación religiosa puede mostrar su credibilidad. A veces no es fácil trazar una línea divisoria clara entre el momento de la experiencia y el momento de la interpretación. Por poner un ejemplo (aunque no estoy seguro que sea del todo bueno): la semejanza que observamos entre la estructura de la amistad y de la relación sexual con la estructura psicológica del deseo y de la ilusión, no nos permiten descalificar sin más el contenido de la amistad y o del amor.

Desiderio
7 de noviembre de 2011 a las 00:00

A veces parece que se busca una experiencia mística del encuentro con Dios, cuando quizá la mejor manera de saber si Dios está en nosotros o no es a través de nuestro comportamiento, de nuestras prioridades, etc. Me parece un post verdaderamente oportuno para aclarar ciertas experiencias un tanto exaltadas que a veces se dan a nuestro alrededor, y sin las cuales parece que Dios no está. A lo mejor resulta que Dios aparece precisamente cuando toda esa vorágine desaparece.

Anónimo
7 de noviembre de 2011 a las 00:00

Traspasar los límites. O ser traspasados dirán otros. Lo infinito irrumpe en lo finito. Todo queda en suspensión. Experiencias cumbre. La explicación desde la creencia o no crenecia es posterior. Esa capacidad de asombro de paz interior, de alegría, al alcance de todos.William James en su ya clásica Las variedades de la experiencia religiosa constata que esta experiencia se da en personas de creencias diversas.Incluso en a-theos . Intimor intimo meo. Así es Dios. Cuestión de sintonizar, a veces incluso de voluntad de creer. No hay acepción de personas en Dios.

Mercedes
7 de noviembre de 2011 a las 11:05

Por supuesto que la experiencia religiosa se da en ateos ,pero creo que a estos les falta el espíritu que nos distingue como creyentes, y que nos hace reconocer que Jesucristo es el Señor .Esa experiencia de gracia hay que fomentarla y para ello hemos de recurrir a la Palabra , la oración, la Eucaristia y al encuentro con los hermanos , que es adonde encontramos a Dios.

anonimo
8 de noviembre de 2011 a las 11:17

Mi experiencia de Dios, es la ausencia de Dios, la increencia. Deseo a Dios, pero el no esta, ha desaparecido. Como Maria magdalena lloro y pregunto: decidme donde habeis puesto a mi Señor, pues lo unico que quiero es estar con El y servirle. De momento, como no esta, sirvo a mis hermanos, pues dicen que el esta ahi: a mi me lo hiciste, y me conformo con eso.

Mirtha Beatriz
24 de septiembre de 2020 a las 16:12

Sólo Dios y su gracia dan sentido profundo y significativo a la vida.
Con Él todo,sin Él nada.

Valero
15 de noviembre de 2023 a las 10:59

Mi relación con mi suegra era un rechinar de dientes, ni ella ni yo podíamos vernos y no exagero. Esto fue así hasta que en un momento determinado comprendí que como cristiano, no podía vivir así. No fue un sentimiento de culpa ni una decisión de tipo moral, hubo algo en mi interior que me apremió a poner en manos del Padre mi incapacidad de amar a mi suegra tal como era. Él escuchó mi deseo de vivir en el amor y pude aceptarla tal como era. La mujer al principio se desconcertó al ver que yo no me defendía de sus comentarios mordaces y que incluso le daba la razón cuando hablaba de mis defectos. Mi cambio de actitud no fue con la intención de ganármela, no pretendía que ella cambiase con respecto a mí, pero poco a poco su actitud cambió y en sus últimos años pudo quererme e incluso sentir un gran afecto por mí. Si esto no es experiencia de Dios... pues que venga Dios y lo vea.

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