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Groserías contra la mujer y el arte de citar
7 comentarios“Groserías contra la mujer” es el título de un editorial poco afortunado de El País, publicado el pasado sábado. El periódico critica que la Congregación para la Doctrina de la Fe, en su reciente normativa sobre los delitos más graves, haya incluido en esta categoría a la ordenación sacerdotal de una mujer, equiparando esta gravedad (según el editorialista) a la pederastia y la tenencia de pornografía infantil por parte de los clérigos. En realidad no hay tal equiparación. Se trata de una simple enumeración de delitos, pero ni todos son iguales, ni tienen la misma gravedad. Es posible que el documento de la Santa Sede haya dado pié a una confusión no deseada. Esta crítica hubiera sido aceptable, la de la equiparación no.
Lo que resulta más desacertado del editorial es mezclar a Tomás de Aquino en todo este enredo. Para colmo citándole mal, haciéndole decir lo que no dice. Según el editorialista, Tomás de Aquino habría dicho que, dado que la mujer había de ser ocasión de pecado para el varón, Dios no debía haberla creado. Dejo aparte, que ya es dejar, el que una buena interpretación de cualquier autor y texto requiere situarlo en su contexto histórico. Y me limito a constatar que lo que el editorialista atribuye a Sto. Tomás es en realidad una dificultad que el santo se plantea. En la respuesta Tomás de Aquino dice que sin la creación de la mujer “este mundo quería imperfecto” (Suma de Teología, I,92,1).
El editorialista no solo mete a Sto. Tomás donde no toca y donde seguramente él no se hubiera sentido cómodo, sino que además le atribuye lo que no dice. Más aún, si quisiéramos hoy prolongar el pensamiento de Sto. Tomás, habría que decir: es posible que, en algunos casos, la mujer sea ocasión de pecado para el varón; no es menos cierto que, en muchos otros, la mujer es ocasión de gracia para el varón. La recíproca también es verdad: el varón puede ser, según los casos, ocasión de pecado o de gracia para la mujer. Cuando se trata de mujeres y varones todo es recíproco, puesto que todas las realidades humanas pueden vivirse y realizarse de modo femenino y de modo masculino.