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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

20
Ago
2021

Experiencia de determinados amores

4 comentarios
ramosflores

La segunda lectura de la eucaristía del domingo próximo (XXI del tiempo ordinario, ciclo B), bien explicada, es maravillosa. Todo se puede explicar mal. Cuando la mala explicación se debe al desconocimiento, puede disculparse; cuando se hace con mala intención, lo mejor es no hacer caso. Dejo eso. La lectura de la carta del apóstol Pablo a los Efesios pudiera parecer que exhorta a las mujeres a “someterse” a sus maridos. Si nos quedamos con esa idea, hacemos una mala y falseada lectura de lo que dice la carta de san Pablo.

Este “someterse” las mujeres a sus maridos es la primera consecuencia de un principio general que luego tiene consecuencias para el marido. De lo que habla san Pablo es de una relación matrimonial, en la que hay un sometimiento mutuo (“unos a otros”) en el temor de Cristo. Si es mutuo y es “en el temor de Cristo” (que no tiene nada de amenazante, y mucho de respeto y reverencia admirativa), entonces estamos ante la maravilla del amor cristiano, que encuentra en el matrimonio una de sus mejores realizaciones. Se trata de un amor muto, recíproco, en el que cada persona busca siempre complacer a la otra y da gracias por la maravilla que es la otra persona para él o para ella.

Cierto, cuando toca hacer la aplicación al marido de la “sumisión recíproca”, san Pablo deja de lado el lenguaje de la sumisión para utilizar otro que es más exigente si cabe: amar como Cristo. El marido debe amar a su mujer como Cristo ama a su Iglesia. Y el mínimo de un amor así es amar al otro o a la otra como se ama uno a sí mismo, porque al ser el esposo y la esposa una sola carne, al amar al otro, aman su propia carne.

Hablando de amores vale la pena notar la respuesta que da Pedro (en nombre de todos los discípulos y discípulas), cuando Jesús constata apenado que muchos le abandonan. Entonces se dirige a sus mas íntimos y les pregunta si ellos también van a marcharse. He aquí la respuesta de Pedro (insisto: en nombre de todas y todos): si te dejamos, “¿a quién vamos a acudir?”. ¿A dónde vamos a ir sin ti? Cuando se ha hecho la experiencia de determinados amores, uno ya no comprende como puede ser la vida sin ese amor. Eso vale para el encuentro con Cristo, para la relación esponsal y para toda amistad que se precie: ¿a dónde voy a ir sin ti?, ¿qué será de mi si tu me dejas? El auténtico amor requiere eternidad. Si no puedes decirle al amado: “no me dejes nunca” ¡nunca!, “no te vayas jamás”, ¡jamás!, “quédate siempre a mi lado”, ¡siempre!, entonces es que todavía no amas de verdad.

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Rut
20 de agosto de 2021 a las 17:53

El amor, amor, exige eternidad, incondicionalidad, reciprocidad...
Quién ama de verdad, su vida es amar...siempre que hay amor verdadero, tiene que ser así.
Ya sólo en amar es mi ejercicio !!!
Su comentario como siempre poniendo las cosas en su sitio.
Gracias

Mercedes
20 de agosto de 2021 a las 22:11

Exacto , fray Martin ! La carta a los Efesios hay que entenderla bien ; para ello basta con leerla atentamente varias veces . Cristo ama a la Iglesia con amor ágape . Y así debería ser nuestro amor con el
prójimo , tanto si es en forma de matrimonio , amistad , como en todo tipo de relaciones interpersonales .
Gracias , por su explicación !

Hormias
21 de agosto de 2021 a las 20:39

Sabia explicacion.. Fray Martín mucha gracias

Loreto
23 de agosto de 2021 a las 10:03

Acobardan las ofensas

Mil veces que me obligan ocasiones,
dulce Jesús, tan tierno amor me enciende,
que os voy a requebrar, y me suspende
la copia desigual de mis traiciones.

Vuestra piedad esfuerza mis pasiones,
vuestro respeto hablaros me defiende,
que mal puede quien ama a quien le ofende
sufrir ofensas y escuchar razones.

Si aquella fe que dos amantes liga,
tuviera yo, pidiéraos yo favores,
mas tanto error a enemistad obliga.

Quisiera hablaros tierno, y mis temores
no me permiten que requiebros diga,
que donde no hay amigos, no hay amores.

Lope de Vega

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