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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

1
Nov
2011

En la muerte de una amiga

2 comentarios

Como recuerdo y homenaje piadoso a aquellas y aquellos que hemos amado, y nos han dejado, ofrezco una poesía de Isabel María Muñoz Carrión, publicada en la revista Tántalo (Palma de Mallorca, junio 2011, pp. 76-77), titulada: “En la muerte de una amiga”:

 

I.- Finitud
Maria, diste
paso de lo finito
a lo perpetuo.

 

II.- Aureola de santidad
Has muerto en aras
de santidad. Hiciste
el bien a todos.

 

III.- “Cara a cara”
Estás en casa
del Padre. De su Rostro
la Luz contemplas.

 

IV.- Tristeza
Flor deshojada.
Los pétalos caídos
y ajados tornan.

 

V.- Estela luminosa
Cual luminosa
estela en este mundo
estarás siempre.

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presencia
1 de noviembre de 2011 a las 16:03

ausencia
siempre presente

¡Qué divino y qué puro
se ha quedado tu amor
-cristal de agua inerme-
entre el rescoldo gris
que nos enfría el alma!

Qué divino y qué puro,
sin contorno visible,
con un radiante brillo
de escueta desnudez.
Rectilinea y traslúcida,
la llama primigenia
elevó al fín su rumbo
sin mirar hacia atrás.

Ahora es flecha de oro
clavada en el perfil
de una cima infinita
más lejana que el cielo.

Es amor de la Vida
en toda su belleza,
amor que ama el sutil
relumbre de lo eterno
en cada frágil brizna
del haz universal.

Ahora
Ernestina de Champourcin

Aestrada 01.11.11
1 de noviembre de 2011 a las 22:40

Mementos

Los altos cirios, las coronas
nimbadas de los ángeles,
las músicas de Bach y Palestrina,
los trémulos sollozos, la oración,
el negro catafalco...

Van cayendo las hojas
sobre el barro vencido del crepúsculo,
en tanto que el dolor,
entrecortado y lento,
responde a un interludio de campanas
gravitadas en muerte.

Los mementos se agolpan en los labios
callados de la piedra, y en el polvo
desnudo de esta carne última
que huye de la luz
por torrenteras de ceniza.

El grillo de las hojas adelgaza
los cantos gregorianos
y el hisopo rocía los barnices
asépticos que cubren la memoria...

Confines del otoño. "Requiem
aeternam dona eis, Domine".
La cruz, el mármol, los inciensos...
Misereres de amor, sobrepellices
de cera derretida, llantos, penas,
crisantemos de luz y de granito...

Como gotas de paz,
como estertores ácidos de lluvia,
van cayendo las hojas del dolor,
las de la savia interferida,
las que miran el barro desde un
velo de luz desesperada.

Del libro "Hojas lentas de otoño"

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
Blog http://paisajes.blogcindario.com

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