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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

26
Jun
2018

En Cristo, ni hombre ni mujer

4 comentarios
vacío

Los prejuicios que, desgraciadamente, han influido en consideraciones sobre superioridades de unas personas sobre otras también se han dado en el campo religioso. San Pablo parece justificar el orden patriarcal con su teoría sobre “la cabeza”, cuyo resumen es este: “la cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre” (1 Cor 11,3), de donde concluye: “las mujeres han de estar sumisas a sus maridos como al Señor” (Ef 5,21-24). Estos textos merecen un análisis más detallado, que ahora no puedo hacer. Solo digo una cosa: situados en su contexto literario e histórico, seguramente son menos lesivos para la mujer de lo que a primera vista parece. Pero lo cierto es que esta doctrina, interpretada sin matices, será usada históricamente para justificar la inferioridad femenina.

Sin embargo, encontramos en el mismo san Pablo, una “bomba de relojería”, que sólo con el tiempo producirá sus efectos, cuando dice: en Cristo “ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3,26-28). Y en la carta a los Colosenses (3,9-12) añade: “ni circuncisión e incircuncisión, ni bárbaro ni escita”. O sea, en Cristo quedan superadas las diferencias nacionales (ni judío ni griego), sociales (ni esclavo ni libre), sexuales (ni hombre ni mujer), religiosas (ni circunciso e incircunciso), y raciales (ni bárbaro ni escita). Porque para Cristo todos somos iguales, hijas e hijos de Dios, gozando de la misma dignidad. Si diferencias hay, no es porque seamos distintos, sino porque realizamos de forma distinta la misma humanidad. Pero esta distinta realización es signo de la riqueza y belleza del Creador que se refleja en cada una de sus criaturas y en todas en su conjunto.

La fidelidad hoy al Espíritu pasa por el respeto a los derechos de la persona humana en todos sus aspectos y por el respeto a todas las diferencias. Estas diferencias nunca deben entenderse desde paradigmas que conducen a la exclusión, a la discriminación o a la sumisión, sino desde la consideración de la igualdad fundamental de todos los seres humanos, tal como ocurre con las personas de la Trinidad, que siendo tres, son iguales y co-eternas. Del mismo modo, la humanidad es plural, pero esa pluralidad deriva de la fundamental igualdad que, para los cristianos, tiene su razón en haber sido creados a imagen de Dios, y para los no cristianos debe tener su razón en la consideración de la común dignidad, que nos hace ver al otro como “otro yo” y, por tanto, debe ser tratado como me gustaría que me tratasen a mí.

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ORLANDO CORONADO
29 de marzo de 2019 a las 11:50

EL APOSTOL PABLO FUE MUY CLARO Y ENFATICO SOBRE ESTE TEMA LA MUJER NO PUEDE NI DEBE OCUPAR EL PASTORADO! LA PALABRA ES MUY CLARA! DIOS LOS BENDIGA MAS!

Isaac Monet P R
23 de diciembre de 2021 a las 20:22

Desde el prinsipio la mujer perdió ese poder que tenía junto al hombre. Y a ambos se les dijo
Hombre te fatigaras Trabajando
Mujer para parir lo aras con Dolor
Y a su ves te someteras a tu marido
Eso no quiere decir que hiva aser su Dueño Nooo
Pero ay un orden Dios su Hijo El Espíritu Santo El hombre Y la mujer
Ese es el Orden mis hermano
Dios no puede ser burlado por el Hombre y sus comentarios
El lo dijo y así será AMEN
DIOS Te bendiga

Valero
31 de agosto de 2022 a las 11:40

Martín lo resume muy bien al decir que "el otro debe ser tratado como me gustaría que me tratasen a mí" y ese otro incluye a la mujer. Por otra parte en los evangelios Jesús se muestra como un maestro revolucionario ya que admite mujeres como discípulas -algo inaudito en el mundo judío de entonces- y se dirige a ellas directamente incluso a veces aunque ellas no le hayan buscado, caso de la samaritana. Y luego está el hecho de que los primeros testigos que Dios mismo tenía previsto de la resurrección de Cristo, son mujeres y Pedro y Juan, a pesar de que en Israel el testimonio de una mujer no era válido, las creen y se van corriendo al sepulcro. El problema es que hemos pasado de la "dictadura del patriarcado" a la dictadura de la ideología de género que actúa como la "lucha de clases" obrera durante el siglo pasado y va cortando cabezas desde actitudes poco reflexivas que analizan el pasado de la iglesia desde el prejuicio y el desconocimiento.

Concha
31 de agosto de 2022 a las 15:08

¡Bendita bomba de relojería, la de San Pablo!

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