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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

22
Nov
2008

El Reinado de Cristo, esperanza y tarea

4 comentarios

En diciembre de 1925 publicó Pío XI su encíclica Quas primas instituyendo la fiesta de Cristo Rey, cuando todavía no se habían apagado las llamas dejadas por la primera guerra mundial y ya se oían tambores de guerra que, como era de esperar, desembocaron en la segunda. Como era de esperar sí, porque ¿qué cabe esperar de este mundo? Y, sin embargo, “contra toda esperanza” (Rm 4,18) hay que afirmar la esperanza cristiana. Con la teología y el lenguaje eclesiástico de la época Pío XI buscaba orientar la mirada de los cristianos hacia el reino de Cristo como esperanza segura de paz. De paz a todos los niveles, personal, familiar, social, nacional e internacional. Más recientemente, Benedicto XVI ha notado los límites y peligros que entraña la construcción del “reino del hombre”, sólo superables “mediante la apertura de la razón a las fuerzas salvadoras de la fe”, por el “reino del amor”, en definitiva. La Iglesia, los cristianos, debemos contagiar esta certeza y esta esperanza al mundo entero, a todos aquellos a los que alcance nuestra voz y nuestra presencia. Y para ello, nada más adecuado que ser sacramentos del Reino, o sea, constructores en nuestras comunidades de lo que luego queremos y debemos extender por el mundo.

En estos tiempos de crisis, con aumento de paro, con los comedores de las instituciones benéficas más llenos que nunca, con guerras que no paran, la fiesta de Cristo Rey nos invita a dirigir nuestra mirada a este Jesús anunciador de un Reino sin paro, sin hambre, sin guerras, sin injusticia. ¿Utopía? Para el cristiano más que una utopía es una tarea. Cada uno a su nivel y según sus posibilidades debe vivir vigilante (cf. Mc 13,33) para que el Rey, a su llegada, no nos sorprenda dormidos (Mc 13,36). Dormidos, o sea, inactivos, pasivos ante la injusticia y la opresión, cerrando los ojos ante la pobreza y la miseria humana.

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marcelino
23 de noviembre de 2008 a las 12:08

despues de lo que he visto hoy, es duro creer en el hombre. Sobre las 3 de la madrugada, ha llegado a urgencias un hombre borracho con su mujer en coma, por alcohol, o quizas algo mas. No podiamos sacarla del coche, para atenderla, y el marido en vez de ayudar nos insultaba, hemos sentido mucho miedo. Al otro lado un señor fuerte que esperaba ser atendido. Le he suplicado me ayudase con la mujer, a lo que se ha negado, antes de eso ha preferido irse, y dejarnos asi, sin mas. Me he quedado muerta. Y mas cosas que contaria de este estilo, han pasado a lo largo de esta noche. Y mi trabajo esta en pueblos,¿que sera en la gran ciudad?, y esto solo ha comenzado.

marcelino
24 de noviembre de 2008 a las 15:03

despues de leer el evangelio de ayer, veo que lo unico que puede humanizar al hombre es el reino de Dios. Y creo que hay esperanza, pues Dios ya esta reinando aqui. Como dice el P Martin.

María Aurora
23 de noviembre de 2019 a las 00:52

Geacias por tan iluminadores comentarios.

Valero
26 de noviembre de 2023 a las 08:47

Gracias Martín por recordarme que debo vivir vigilante para que Cristo Rey a su llegada, no me sorprenda dormido y también cuando dices que con mi vida, estoy llamado a contagiar la esperanza a un mundo que parece no tenerla. Un hombre sin esperanza es un hombre esclavo porque no lucha ni trabaja contra el reino del mal. Le pido al Señor que nazca y crezca en mi corazón la "revolución de la esperanza" para que otros vean en mi, que es posible vivir en el amor siempre y a todos.

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