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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

16
Nov
2011

El Dios de Job no explica el mal

7 comentarios

La historia de Job es la de un hombre que, ante el eterno problema del mal, se encuentra con las clásicas y fáciles explicaciones en boca de sus amigos: si sufres es porque has pecado. Como estas explicaciones no le convencen, porque su experiencia las desmiente (los buenos sufren muchos males, mientras que a los impíos todo parece irles bien, o para decirlo con palabras de nuestro protagonista: “Dios destruye igual al culpable y al inocente, se ríe de la angustia del inocente”), Job pide explicaciones a Dios. Al final de un desgarrado diálogo, Dios toma la palabra. Pero Dios no responde a las preguntas de Job.

El Dios que habla con Job desautoriza a los amigos de Job que pretendían justificar a Dios: no han hablado bien de él. Más aún: da la razón a las protestas de Job. Pero este Dios no ofrece una explicación alternativa al mal. Lo que hace es abrumar a Job mostrándole la belleza de lo creado: el mundo, tal como Dios lo ha hecho, no es absurdo, a pesar del mal. Pero el mal sigue ahí. Job termina por reconocer que no sabe nada. Se encuentra ante un misterio. Pero se contenta con el hecho de que Dios le haya hablado. Es un signo de que Dios está con él y se preocupa de él, aunque no le dé explicaciones de su actuación o no actuación frente al mal. Entre otras cosas porque ante el mal no valen las explicaciones ni las teorías; no arreglan nada; sólo vale la solidaridad con el que sufre.

Esta es la lección del libro de Job: Dios se sitúa del lado de quien sufre. El Dios de Job se distancia de los que defendían su honor y elogia al que no ha dejado de protestar y rebelarse. Dios prefiere al hombre sincero más que al adulador religioso. Y si bien el sufrimiento sigue siendo un misterio, no es una experiencia desesperante a partir del momento en que Dios ha revelado su opción a favor del hombre que sufre. Aunque el sentido del sufrimiento siga siendo un misterio, queda muy claro el partido que toma Dios. Por tanto, también debe quedar claro el partido que debemos tomar los “oyentes” de este Dios.

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JM Valderas
16 de noviembre de 2011 a las 01:43

Querido Msrtín, tu resumen del libro de Job me ha evocado el testimonio de un hombre ejemplar. En estos días del volcán submarino de la isla de El Hierro los medios de comunicación hablaban de un buque oceanográfico, el "Ramón Margalef". Así llamado en honor del célebre ecólogo, introductor de la disciplina en España y creador de parte importante de la misma con su áplicación de la teoría de la información. Fue mi catedrático y amigo. Murió de cáncer. Explicaba a los demas que volvía a la tierra de donde había salido para que, de su descomposición, volviera a iniciarse el ciclo biológico y la cadena trófica. Pero a quienes le conocían de cerca les confesaba que su lectura era el Libro de Job. Le hubiera gustado tu comentario.

Juanjo
16 de noviembre de 2011 a las 10:16

Yo creo que el libro de Job trata la manera de cómo conciliar la situación extrema de sufrimiento y de mal con la existencia de un Dios justo y bueno. Y si la actitud religiosa es gratuita o interesada.
Lo que intenta desmontar es la doctrina de la retribución, en la cual todavía sigue de alguna forma creyendo muchos cristianos piadosos.
Pero la experiencia desmiente dicha teoría.
Quizá la clave de toda la historia no es solo el misterio del sufrimiento sino la gratuidad de la fe. El sufrimiento es solo la ocasión y la vía para comprobar la autenticidad e incodicionalidad de la fe.
Las palabras de los amigos suenan más a intimidación que a oferta generosa.
Dios está callado un tiempo, y no por casualidad. Su silencio abre en Job y en nosotros, un espacio de libertad para el rechazo o el asentimiento, para la huida o la búsqueda. Dios finge retirarse pero es para que Job pueda ir hacia Él.
¿Y como hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente? Desde la humildad y la confianza absoluta en Dios.
Y en esta perspectiva habría que criticar la visión utilitarista de la salvación en la que no hay cabida para la gracia. Uno no se salva por sus propias fuerzas. Haría a Dios innecesario.
Al final de lo que se trata es comprender que Dios es un misterio. El Misterio por excelencia. Lo que no se puede comprender, pero que desde la fe se puede aceptar. Solo desde la humildad y la aceptación gratuita se puede empezar a ver la luz. Una luz que se iluminará totalmente en Cristo. Dice un conocido teólogo que “el evangelio comienza allí donde termina el libro de Job”

Milón
16 de noviembre de 2011 a las 14:24

Quisiera compartir tres ideas a propósito del tema:

1) Como todos sabemos el libro de Job pone en crisis la idea tradicional de la retribución inmanente, dejando a Dios ser Dios y apelando a una revelación ulterior y superior.
2) Sólo el éschaton constituirá una auténtica teodicea.
3) Admitiendo la parte de verdad que hay en la solidaridad con la víctima no creo que debamos renunciar a dar explicaciones sobre el misterio del mal, pues lo convertiríamos en un absoluto y éste sólo es Dios, que, al respecto, ha pronunciado su "Palabra paradójica" en la cruz de su Hijo.

Mercedes
16 de noviembre de 2011 a las 19:49

La fé nos nos libra de la enfermedad ni del dolor , Los sufrimientos nos acercan mas a Dios y a los hermanos . La persona que sufre el mal en todas sus variantes , tiene dos caminos : alejarse de Dios ,recriminándole todos sus padecimientos y echándole la culpa de todos sus males o por el contrario se reafirma en la fé y se hace mas solidaria con el prójimo . De sobra es sabido , que quien ha padecido, es más sensible a los padecimientos de los otros , en otras palabras , es ahí, donde se entiende ,lo que significa la compasión .

Pepe
16 de noviembre de 2011 a las 20:29

La protesta también es oración.

Bernardo
17 de noviembre de 2011 a las 23:53

Oscar Wilde decía en su inolvidable epístola carcelaria que el sufrimiento es una revelación, no un misterio. Es una revelación porque tiene la capacidad de hacernos comprender nuestros límites y nuestras necesidades y pegarnos a la realidad finita que somos y que son todos los que nos rodean. El sufrimiento hace mejor a Job, que habló de Dios sin conocimiento, pero también lo hizo mejor porque le ayudó a comprender la limitación de todo lo que tenía, incluyendo a su propia mujer, que no paraba de repetirle aquello de "maldice a Dios y muérete". El sufrimiento nos humaniza y eso es una salvación.

Valero
21 de septiembre de 2022 a las 08:42

Mucha gente se escandaliza porque según ellos, Dios no debería permitir el mal y la injusticia de los malvados que parecen obrar impunemente. En el fondo quisieran a un Dios que no hubiese hecho libre al ser humano o bien que lanzase rayos justicieros contra los injustos. Es curioso porque estos mismos dicen defender por encima de todo la libertad política e individual de todo ser humano al tiempo que se escandalizan de un Dios que ama al hombre sin imponerse.

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