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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

7
Jun
2012

El cuerpo de Cristo también son los pobres

4 comentarios

Tal como lo escuché lo cuento: en Haití, hace treinta años, en plena dictadura, con ocasión de la celebración del Corpus, un joven compuso un canto para la procesión. El canto decía: “Señor Jesús, a Ti que te han encerrado en el sagrario, déjame tomarte y conducirte por las calles y los pueblos para enseñarte la vida de la gente que quisieran ocultarte”. Los milicianos presentes en la procesión amenazaron con detener a todos si no cesaba el canto. El joven haitiano había comprendido muy bien que aquel que adoramos en el Santísimo Sacramento ha venido a visitar a su pueblo. Y que si nosotros le seguimos procesionalmente, debemos cambiar nuestra mirada y nuestra mentalidad, para ver con los ojos de Cristo y tener la mente de Cristo.

¿Ayudan hoy las procesiones del Corpus a este cambio? Me parecen muy respetables y creo que hay que apoyar estas manifestaciones que se han convertido en parte de nuestra cultura popular. Pero sería bueno, a mi entender, adecuar algunas cosas a la verdad de Jesucristo. En Valencia, por ejemplo, se pasea una famosa custodia, llamada “custodia de los pobres”. La venta de la joyería que adorna la custodia no va a solucionar el problema de los más de cinco millones de parados. Pero es bueno recordar esos datos para no perder de vista algo esencial: el cuerpo de Cristo, el sacramento de Cristo son los pobres. Con la misma verdad que lo es la Eucaristía. Y muchas veces los pobres son los mejores custodios de Cristo.

Cristo es indisociable de su cuerpo. De su cuerpo sacramental en la Eucaristía, de su cuerpo celestial de Resucitado, de su cuerpo que es la Iglesia, como sacramento de unidad de todos los seres humanos, y de su cuerpo herido y necesitado que tantas personas enfermas, mal queridas y mal tratadas nos hacen presente. Es normal que, a veces, pongamos el acento en uno de estos “cuerpos”, pero sin dejar nunca los otros. La fiesta del Corpus pone el acento en el cuerpo sacramental, pero no olvidemos que este sacramento está hecho de pan “fruto de la tierra y del trabajo de los hombres”. Del trabajo de los hombres, de su sudor y sus lágrimas, y también de sus alegrías y esperanzas. Fruto del trabajo, no fruto del dinero. El pan que está ahí, como resultado de nuestro trabajo, y como alimento para partir, repartir y compartir.

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Juan
7 de junio de 2012 a las 12:43


Tantos años de cristianismo...dando más importancia a las procesiones.. liturgias, incensarios, modos de vida piadosos, oraciones en voz alta,novenas, misas gregorianas, entierros de primera,ropajes cardenalicias,leyes canónicas,inquisiciones, cortes pontificias, solideos y tiaras, y aún no hemos entendido que: "sólo os doy un mandamiento, amaos los unos a los otros"

Juanjo
7 de junio de 2012 a las 19:12

Yo a veces me he preguntado muy seriamente si de forma similar a como se hace una genuflexión o reverencia al paso de una custodia o un cáliz con formas consagradas, no debería hacer algún signo al paso de un indigente, necesitado o despreciado. ¡Claro! que tendría que ser un signo proporcionado a la presencia de Cristo en él, porque al mismo tiempo no deja de ser un ser humano. Algo más que una fría lismona, algo más que una sonrisa, algo más que una mirada cariñosa, un algo más que nunca llego a completar pero que mi interior me dice que ese otro es muy superior a mí y estoy para lo que pueda necesitar. No resulta fácil querer imitar sin más a Jesús cuando se tropezaba con uno de estos.

Javier Alonso
7 de junio de 2012 a las 19:59

Esta mañana he leído tu "post" en la misa del Corpus de una de nuestras parroquias de La Romana en República Dominicana. Esta tarde haremos una procesión del CORPUS entre todas las parroquias de la ciudad. Acá no existe esa tradición muy arraigada; entre otras cosas, porque estamos en un lugar de tradición muy "evangélica" donde no se cree en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Yo me pregunto si es oportuno promover esta procesión cuando no existe la costumbre de hacerla.

No estoy en contra de ello, pero no sería más oportuno recuperar la "mística perdida" de que Jesús está en el pobre, en el que sufre.

Un abrazo Martín

Juan
2 de junio de 2018 a las 12:18

En el primer milenio de la Iglesia no teníamos sagrarios: los pobres, los enfermos, los necesitados, eran los sagrarios de entonces. (En los templos se guardaban las reliquias de los mártires). Nos alimentamos del Cuerpo y Sangre de Cristo en la Eucaristía para llevar al mundo la Nueva Noticia.

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