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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

22
Nov
2011

Distintas copas y distinto vino

4 comentarios

Solemos pensar que cuando decimos “Dios”, todos decimos “algo muy parecido”. Alguna vez he escuchado que las religiones son algo así como “un mismo vino en distintas copas”. A mi entender, no se trata únicamente de distintas copas, sino también de distinto vino. Aunque los vinos se parecen, hay una amplia gama de vinos, desde los muy buenos a los malos. Igualmente hay diferencias fundamentales entre el concepto mítico-filosófico griego de Dios, el coránico y el bíblico-cristiano.

Según Aristóteles, la potencia divina “es ciertamente objeto de deseo y amor por parte de todo ser, pero ella misma no necesita nada y no ama, sólo es amada” (dice Benedicto XVI). Es un Dios que el hombre trata de alcanzar, un Dios deseado, pero un Dios que no ama. Los dioses del Olimpo son ciertamente dioses vivos, pero no dioses de los vivos. Porque no salen de sí mismos. Por su parte, el Dios del Corán es un Dios que sale de sí mismo y se relaciona con el ser humano. Pero desde el señorío y el poder. Por eso, la actitud del hombre ante Dios es la sumisión. Eso es lo propio del Islam. No hay diálogo, no hay reciprocidad. Sólo obediencia. El Dios del Corán es siempre “Señor”, un Señor muy bueno, clemente y misericordioso. Pero un Señor que mantiene la distancia con sus súbditos, a los que reclama obediencia. El hombre, ante ese Dios, no tiene nada que decir, nada que pedir. Sólo tiene que escuchar y someterse.

El Dios bíblico es el Dios de la Alianza, una alianza que va en doble dirección, de Dios a la persona humana y de la persona a Dios. Más aún, es un Dios que ama al hombre, no como respuesta al previo amor del ser humano, sino como regalo libre y gracia que sobrepasa todas las medidas de la justicia. No se trata sólo de un Dios amable, sino que ama El mismo con independencia del amor del hombre; más aún, que ama suscitando El mismo el amor del hombre. No es un Dios ante el que el hombre tiene que elevarse, subir hacia él. Es un Dios que baja hasta nosotros, que se da como regalo. Y precisamente porque ama, su relación con el amado no está marcada por el poder y la sumisión, sino por el perdón y la búsqueda constante de una respuesta libre de amor; y también por el dolor y la pena de no verse correspondido.

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Andrés
23 de noviembre de 2011 a las 17:12

Preciosa entrada.

Va en la línea de lo que trataba de explicar yo el otro día, hablando de la diferencia de acento entre el Bautista (conversión como paso previo imprescindible antes de ser objeto del perdón de Dios) y Jesús (conversión como consecuencia del encuentro con Dios amor. Consecuencia de acoger el perdón que Él te da sin merecerlo tú.
La conversión sería, por tanto, la respuesta libre del hombre a ese amor y ese perdón que no ha conquistado.)

No sé si es herético esto que digo, creo que no, pero hay muchas personas que les cuesta comprenderlo, que siguen en el esquema de, y perdón por la simplificación, "hago buenas obras para "comprar" el perdón". Parece que tienen dificultades para aceptar la absoluta gratuidad del amor de Dios, de su perdón. La justicia de Dios no es como la nuestra.

En fin, perdón por soltar este rollo, pero creo que va en la dirección de las características del Dios cristiano que tú has comentado.

N.O.F.
24 de noviembre de 2011 a las 11:29

Recuerdo haber leído algo sobre la relación de los dioses griegos con la naturaleza, que confirma eso que dice en el post sobre que son dioses que no salen de sí mismos, que no se relacionan con lo de fuera. Pues cuando se dice que uno de estos dioses es el dios de un astro, no se trata en esta relación de una contraposición de natural y sobrenatural, sino que el astro es dios o una parte de dios. Saludos

Mercedes
25 de noviembre de 2011 a las 19:15

Gracias por este precioso , claro y didáctico comentario ¡¡¡. Ante esta realidad del amor gratuito de Dios para con todos los hombres , me pregunto : porque existe esa animadversión a todo lo que signifique o huela a cristianismo y por el contrario, esa admiración desmesurada hacia la cultura islámica y a todo lo que representa ?, De qué o a quién tienen miedo los no creyentes ?

lola
25 de noviembre de 2011 a las 22:58

!Que bonito! gracias

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