Logo dominicosdominicos

Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

19
Dic
2013

Dios del mundo, mundo de Dios

10 comentarios

Siempre me ha llamado la atención eso que dice el capítulo primero del cuarto evangelio a propósito de la Palabra de Dios y, en definitiva, de Dios mismo: “vino a los suyos” (in propia venit). Los suyos somos nosotros. Eso significa que sin nosotros Dios no está completo, le falta algo que es propiamente suyo. En Jesucristo queda claro, de una vez siempre, que Dios es del mundo y el mundo es de Dios. Ahí me parece que tenemos una de las diferencias entre el primer testamento y el nuevo. En la Escritura cristiana queda más claro que en la de Israel la universalidad del amor salvífico de Dios. Para el Nuevo Testamento, el Dios de Israel abre fronteras para convertirse en Dios de todos los seres humanos.

Uno de los mejores teólogos del siglo XX, Karl Barht, ofrece la siguiente reflexión: “A través de Jesucristo, Dios ha demostrado, haciéndolo visible, audible y perceptible, que Él amaba al mundo, que Él no quiso ser Dios sin tal mundo, sin los hombres, sin ningún individuo en particular. Y en el mismo Jesucristo, Él ha demostrado, haciéndolo visible, audible y perceptible, que el mundo, al igual que todos los hombres y que cada individuo en particular, no pueden existir sin Él. La demostración de que Él pertenece al mundo, y este mundo le pertenece a Él, es la opción y la obra de Su amor en Jesucristo, el reino del hijo de Su amor”.

Es fuerte eso que dice Barht: Dios no quiso ser Dios sin los hombres. Pero eso es lo propio del amor: no querer ser sin el otro, no querer teniéndose a sí mismo sin el tú amado. Por otra parte, si aceptamos de verdad que Dios no quiso ser Dios “sin ningún individuo en particular”, o sea, con todos y cada uno de los seres humanos a los que conoce personalmente por su nombre, eso significa que cuando rechazamos a un ser humano estamos rechazando una “parte”, algo propio de Dios.

Por lo demás, decir que ningún “individuo en particular” puede existir sin Él, no es una afirmación imperialista. Es una convicción cristiana que debemos expresar con respeto hacia los que no la aceptan. La Iglesia es la que conoce esta gran verdad. Y en esto se distingue del resto de los seres humanos. Por su conocimiento del amor universal de Dios, no por ser más amada que aquellos que lo desconocen. El conocimiento no aumenta el amor recibido de Dios; quizás da una mayor calidad de vida al conocedor del amor, y siempre crea más responsabilidades. La responsabilidad de vivir de acuerdo con lo que se sabe y de responder en función de lo que se sabe.

Posterior Anterior


Hay 10 comentarios, comparte el tuyo

En caso de duda, puede consultar las normas sobre comentarios.

Aviso: los comentarios no se publican en el momento. Para evitar abusos, los comentarios sólo son publicados cuando lo autorizan los administradores. Por este motivo, tu comentario puede tardar algún tiempo en aparecer.

Cancelar repuesta


Valero
20 de diciembre de 2013 a las 09:49

"Dios no quiso ser Dios, sin los hombres" Martín lo dice de otro modo:"... sin nosotros, Dios no está completo" Eso explica la frase del Evangeleli:"cada cosa que hicísteis a uno de estos, mis pequeños, a mí me lo hicísteis" Es asombrosa la osadía del AMOR de Dios, que no teme constreñirse en su criatura. Al contrario, parece decirnos que donde mejor se manifiesta su infinitud, es en la finitud humana, que por otra parte, si esta creada a su imagen y semejanza, algo tendrá de infinita. Decia el Papa días atrás: "La tierra ya no es un valle de lágrimas sino el lugar donde Dios puso su tienda", o como decía un salmo ayer: "Porque el Señor ha elegido a Sión,ha deseado vivir en ella.Ésta es mi mansión por siempre,aquí viviré, porque la deseo. ¿Cómo guardarme para mí todo este AMOR? El constante descubrimiento de este amor, más que a la responsabilidad -que también- me fuerza, me impulsa a salir en busca del otro. Claro que esto es un combate, porque el amor duele. Es la gran paradoja del amor: Para entrar en la verdera vida, hay que entrar en la verdadera muerte. O dicho de otra manera:Si mueres a tí mismo, por amor, entras en la vida verdadera, la que ni la muerte puede apagar.

Mercedes
20 de diciembre de 2013 a las 11:23

Con todo mi respeto y cariño ,tanto los ateos, como los agnósticos y tambien los indiferentes , no saben lo que se pierden ...
Feliz Navidad y que el amor de Dios anide siempre en nuestros corazones .¡

Anónimo
20 de diciembre de 2013 a las 11:40

¿Hay Vida fuera de Dios ? La Encarnación del Verbo ¿nos recuerda nuestro ser divino ? ¿ Nos transformamos en aquello que amamos? " A mi me lo hicisreis".

Anónimo
20 de diciembre de 2013 a las 15:15


"Mi suelo y el suelo de Dios son el mismo suelo"
Meister Eckhart.

josé
21 de diciembre de 2013 a las 16:42

El pesebre de Belén es el punto de intersección de lo humano y lo divino. El tiempo y la eternidad se cruzan en cada pesebre de cada uno de nosotros, aquí y ahora. Un nacimiento eterno en nuestro más profundo centro -séptima morada teresiana- que nos convoca a vivir el Presente Eterno. Uno en el Uno eternamente.

Gracias profesor Gelabert.

Feliz Navidad.

mar
21 de diciembre de 2013 a las 19:28


El que ha venido, el que está viniendo.

El Amor, que es Dios, pasa sustantivamente por la personalidad de un hombre llamado Jesús, Dios-con-nosotros. Y este hombre fue, ante todo, un Pobre, totalmente despreocupado de sí mismo para preocuparse sólo de los demás. Se entregó a sí mismo, para
dar aliento y esperanza a los demás. 
Feliz Navidad!! Fray Martin y a todos

David
24 de diciembre de 2013 a las 02:12

Buenas,
A mí me llama la atención del mismo evangelio unas palabras que pronuncia Jesús en su oración: "Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuita en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo sino que los guardes del Maligno" (Jn 17, 9-15). Entonces no acabo de entender el título de este post: Dios del mundo, mundo de Dios" porque si en este mismo evangelio dice Jesús que no es del mundo y nosotros que hemos sido elegidos por Él tampoco somos del mundo.
´

Martín Gelabert
24 de diciembre de 2013 a las 11:06

Para David. Lo primero gracias por su aportación. Y luego quisiera aclarar que el término "mundo" en el evangelio de Juan tiene varios sentidos. Uno es el que usted indica: el mundo como lo que se opone a Dios. Pero, por otra parte, el mundo es objeto del amor de Dios: tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su único Hijo. Porque el Padre ama al mundo, envía a su Hijo; y el Hijo, envía a sus discípulos al mundo, para que anuncien el amor del Padre y prediquen la llegada de su Reino.

Valero
7 de diciembre de 2021 a las 09:29

Dios no quiso ser Dios sin mí. Esto me llama a vivir agradecido porque El quiso contar con mi insignificancia y mi fragilidad, quiso que yo participara de El, completando su obra amando al otro. "Vivid alegres, el Señor está cerca". Gracias Martín por recordármelo hoy

Juanjo
7 de diciembre de 2021 a las 19:09

Algunas traducciones dicen (εἰς τὰ ἴδια ἦλθεν), que vino a su casa. Su casa sería la que nos presta para vivir, en la que nos acoge como huéspedes privilegiados. Pero termina el versículo diciendo que los suyos “no lo recibieron”. Parece que evangelista está haciendo una denuncia muy fuerte, para los que no pueden comprender un Dios que se humaniza. Aunque más adelante reconoce que hay quien le acoge y reconoce. V.12 Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Dios en efecto se hace audible, visible y perceptible, pero no evidente. Muchos no creyeron en él. Es el gran misterio de la sacramentalidad de un Dios que no es impone y de la libertad para acogerlo en la fe.

Logo dominicos dominicos