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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

29
Jun
2014

Del código al Codificador

10 comentarios

Cuando un científico inicia una investigación parte de una premisa de fe: espera obtener un resultado porque confía en que la naturaleza es cognoscible. Eso es lo mismo que confiar en que la naturaleza está ordenada, estructurada matemáticamente. Porque hay orden el universo es descriptible y, por tanto, cognoscible. Cierto, hoy la ciencia también es consciente de que, en nuestro mundo, hay relaciones no inteligibles todavía y que quizás nunca lo serán; se trabaja con hipótesis y modelos que quizás nunca podrán experimentarse. De hecho aún no entendemos del todo el formidable big bang que dio origen al universo. ¿Hay algo detrás de esta explosión? ¿La nada quizás? ¿Un caos cuántico? Por otra parte, después del big bang, este mundo ha evolucionado con estructuras y funciones, hábitos y reglas que se han convertido en leyes de la naturaleza.

Podemos considerar la Tierra como una especie de invernadero en medio de un vasto universo inerte, privado de mente y conciencia, en el que se han dado las condiciones medioambientales necesarias de aire, tierra y agua, que han hecho posible el desarrollo de la vida, de la mente y de la conciencia. Ya decía Pascal, mientras reflexionaba sobre la pequeñez humana (el hombre es una “caña”), que los humanos somos más grandes que todas las estrellas, ya que las conocemos a ellas y a nosotros mismos, y ellas no conocen nada. El ser humano es una caña frágil, sí, pero su grandeza está en que es una caña pensante y en que es consciente de su pequeñez. La estrella no sabe ni de su pequeñez ni de su grandeza.

El hecho es que en este universo nuestro ha aparecido la conciencia. El ser humano, gracias a ella, puede observar, pensar y teorizar. Parece legítima y hasta inevitable la pregunta de por qué existen esos seres capaces de interpretar y razonar. ¿Se trata de un accidente o hay que atribuir su existencia a la oculta voluntad de Dios? Y estas leyes que parecen regir el funcionamiento del universo, ¿las descubrimos o las inventamos para responder a la necesidad de hacernos una idea creíble de la naturaleza? Si son un descubrimiento, entonces tiene sentido buscar la verdad. Quizás buscar la verdad sea una de nuestras principales misiones. Ahora bien, si las leyes son un invento, entonces la realidad es una ilusión. ¿Somos un sueño de Dios o soñamos a Dios? ¿Los códigos son producto de nuestra imaginación o remiten a un Codificador?

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Sol Román Gómez
29 de junio de 2014 a las 12:53

De la nada nada sale, eso está científicamente demostrado. Debemos, pues, pensar en un gran Codificador u Ordenador superior al hombre. La armonía del universo parece señalar hacia ese camino. Dios, sin miedo a decirlo.

José María Valderas
29 de junio de 2014 a las 18:38

El punto de partida de una inquisición científico no es, Martín, una premisa de fe, sino una hipótesis de trabajo. Se somete a contrastación empírica. Si ésta respalda la hipótesis se habrá dado un paso adelante. Pero siempre con la posibilidad de que aparezca un contraejemplo y arruine nuestra hipótesis de partida. Pero no es de ese aspecto del conocimiento del que quisiera tratar. Son muchas las cuestiones que hay detrás de tus líneas y a las que el teólogo, salvo en escasas ocasiones, no acaba de hincarles el diente. El Codificador, el Diseñador, la Causa Primera, etcétera, están demandando nuevos planteamientos de las pruebas de la existencia de Dios. Por ese desconocimiento, desistimiento o ambas cosas, la Teología Natural aparece simplificada hasta la ridiculización, no sólo en los nuevos ateos (por ejemplo, en The Fallacy of Fine-Tuning, de Victor J. Stenger)sino en muchos escritos pseudoteológicos. Y,por miedo, ignorancia o por una superficialidad cómoda nos negamos a buscar afianzamiento a la explicación de la obra del Creador y del propio Creador.

Carlos Lopera
30 de junio de 2014 a las 02:34

El Hombre como única criatura Pensante puede reflexionar, pensar, y actuar. El creador a puesto en su corazón este deseo infinito de hallar la verdad. "Dios a creado al hombre sencillo , pero el se a complicado con muchas racionamientos".

Las razones del corazón
30 de junio de 2014 a las 11:59

Cita usted al filósofo Blaise Pascal, el cual fue matemático y físico. En su época el saber y la fe ya estaban separados, por contra Pascal en su pensamiento ofrece una síntesis entre fe-razón o lo que podriamos entender como ciencia-fe.
Para este filósofo francés, no hay ningún inconveniente en unirlas. Consideraba que el ser humano no es solamente razón sino que tiene corazón y que este corazón posee sus razones. Así entendido, el ser hunano forma una unidad y para tener conocimiento ha de ser de manera unitaria, también según proceder. Todos tenemos un harward lo que cambia el el softward. Y mucho cuidado con los virus, troyanos etc que están hacindo de las suyas.

Edgar Amado, OP
30 de junio de 2014 a las 16:55

Interesante, para seguir pensando...!

Juan
30 de junio de 2014 a las 17:35

El hecho de no poder, empíricamente, garantizar la existencia o noexistencia de un ¨codificador¨, no impide a los cristianos creer en un Dios creador de cielo y tierra, como lo hicieron los primeros mártires de la Iglesia.

mar
2 de julio de 2014 a las 18:41

La verdad de todo pasa por un pobre de Nazaret....llamado Jesús. El es el pricipio centro y meta de nuestra vida.
Estamos llamados a la unidad.
Somos hijos de un Dios vivo por lo tanto. ...creados para Siempre.
No andemos divididos.....
Fray Martin gracias

Valero
3 de julio de 2014 a las 11:54

Dice el salmo: "Oigo en mi corazón: buscad mi rostro". El salmista escucha a Dios en su interior, que gime deseando nuestros encuentro, porque nos ama. Dios quiere que le busquemos, así que tienes razón Martín, cuando dices que una de nuestras principales misiones es buscar la verdad. Y si es voluntad de Dios que busquemos la verdad, será porque aún con nuestras limitaciones, podemos acceder a ella, aunque sólo nos será revelada plenamente cuando contemplemos cara a cara, el rostro del Señor. Gracias Martín

Valero
3 de julio de 2014 a las 14:33

A propósito de Pascal he recordado cuando dice que la fe es una apuesta del hombre por creer en Dios, convirtiendo la fe en un salto al bacio intelectual en el que decido jugármela tomando una decisión no demasiado racional. Sin embargo contra más me informo sobre los avances en la cosmología, más descubro con asombro, que tras la limitación de lo empírico aparece la inconmensurable grandiosidad de un universo que escapa a nuestra capacidad de comprensión, y en el intuyo el misterio insondalbe de Dios que se fijado en nuestra pequeñez.

Wilson Rodríguez
7 de julio de 2014 a las 06:52

Surge una pregunta:¿Quién nos habló primero? Si el cielo y la tierra no hubieran sido creados por la palabra, se podría hablar de una autonomía del agua, del aire, de el sol, del código mismo con que hablamos, pensamos, investigamos la verdad.Hay un orden en lo existente, expresado por San Pablo:" La creación entera espera ansiosa la manifestación gloriosa de los hijos de Dios".Humildad, donación:la naranja que se deja partir, exprimir, ser para otro, es un código implícito en lo particular y en todo el universo, según su naturaleza o función.La luna para regir la noche y la fiesta.La conciencia como nuestro adversario interior nos denuncia e invita siempre al perdón, al amor al enemigo en la fe, no en la voluntad propia.Fe en el triunfo sobre la muerte(las aguas torrenciales nos podrían ahogar el amor),esto es, la trascendencia del Crucificado, sería el perfecto decodificador.

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