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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

20
Nov
2013

De la rivalidad a la interactuación

4 comentarios

La relación entre gracia y libertad o, lo que es lo mismo, entre Dios y la persona humana, puede entenderse desde tres modelos. Uno sería el de la competencia o rivalidad: lo que concedemos a Dios se lo tenemos que quitar al ser humano, y viceversa; la consecuencia extrema de este modelo es que, como Dios tiene la primacía absoluta en toda actuación, queda anulada la libertad humana. Hay otros dos modelos que me parecen más adecuados. Hay diferencias de matiz entre ellos, pero no son contradictorios, más bien son complementarios.

El modelo del doble plano supone que Dios y el ser humano no se sitúan en el mismo plano. Esto permite decir que “todo es de Dios” y “todo es del ser humano”, que todo lo hace Dios y todo lo hace el hombre, pero esos dos “todos” no están al mismo nivel. Dios es el que impulsa, el que mueve a la naturaleza, el que hace posible todo movimiento y actuación humana, pero la criatura actúa según su naturaleza. Dios es la causa primera trascendente que actúa a través de causas segundas y nunca contra ellas.

El tercer modelo es el de la interactuación. Dios deja totalmente libre a la persona, pero interactúa con ella, de modo que se produce un mutuo enriquecimiento. “Ha repartido el don que nos ha traído, pero no por eso él se ha empobrecido sino que, de forma admirable, ha enriquecido la pobreza de sus fieles, mientras él conserva sin mengua la plenitud de sus propios tesoros”, decía San Fulgencio de Ruspe.

La interactuación nos permite comprender que Dios no fuerza, no ordena, no impide. Más bien ofrece buenas orientaciones, encuentra el momento oportuno, aprovecha las situación adecuada para decir una palabra estimulante. Interactuar: actúan los dos (Dios y la persona), cada uno con libertad total, pero cada uno estimulado por la actuación del otro. ¿Cómo estimula el hombre a Dios? Dicho desde nuestro punto de vista, que es el único punto posible: haciendo que esté atento a nuestros movimientos para encontrar la palabra y el estímulo adecuado. En la interacción no cambia solo uno, cambian los dos. La relación entre Dios y el ser humano no puede entenderse desde la rivalidad, sino desde la complicidad.

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Valero
21 de noviembre de 2013 a las 14:39

Hace años leí "El miedo a la libertad" de Erick From y descubrí que precisamente ahora que el hombre se cree más adulto que nunca, es cuando más miedo tiene a ser libre, es decir, a amar, que es la suprema forma de interacción. Yo creo que la auténtica libertad no consiste en poder elegir entre el bien y el mal, sino en amar. Yo concibo el mal como un dejarse llevar corriente abajo, un no luchar por miedo a sufrir, mientras que amar supone ir contra corriente, supone una renuncia, una elección no exenta de dolor pero que paradójicamente, nos libera del sufrimiento que supone, vivir esclavo del "yo ante todo". Si Dios no le tiene miedo a nuestra libertad, debe ser porque es intrinsecamente buena y nos conduce a la verdadera interacción con él. A veces me pregunto que si Dios es libre, como es que sólo sabe amar,y la única respuesta que viene a mi cabeza es que la auténtica libertad consiste en elegir la suprema forma de interacción: el amor sin límite.

carlos hamilton
23 de noviembre de 2013 a las 17:51

Creo en lo que dice el hermano, de que el amor que Dios quiere que practiquemos, sea sin límite; como así lo practicó su hijo hecho hombre con todos nosotros. Esa es la esencia final del cristiano, darnos por el otro sin pensar la consecuencia. Dios si así lo hacemos, tendrá para nosotros la vida eterna, nuestro premio.

Anónimo
25 de noviembre de 2013 a las 18:27

Hermano Martin tu articulo, es muy profundo y muy interesante,Pero disculpa mi Ignorancia, la Voluntad deDios quedaria en El primer Item cierto? Porque entonces donde quedaria .? En la intaccion del tercero?
Porque hay personas que no se pueden amar asi de esa manera como dice el segundo comentario verdad? Te pido El Favor de que aclares esto, es muy importante para mi Gracias de antemano
.

Martín Gelabert
25 de noviembre de 2013 a las 21:08

Para "Anónimo": En el segundo y en el tercer modelo la acción de Dios es total. Sólo que esta acción no actúa contra la criatura, sino posibilitando la acción de la criatura (en el segundo modelo) y estimulándola (en el tercer modelo). Pero Dios es el que tiene la iniciativa y el que hace posible la actividad de lo creado.

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