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Cuando el adjetivo sustantiva
1 comentariosCuando el adjetivo sustantiva al nombre algo chirría. Este tipo de adjetivaciones aparecen con relativa frecuencia en los discursos eclesiales oficiales y no oficiales. ¿Qué significa teología feminista? A veces tengo la sensación de que importa más lo feminista que la teología e incluso más que lo femenino. Feminismo suena a ideología, a separación; mejor femenino que apunta al encuentro con lo masculino. ¿Y qué pensar de expresiones como justa libertad, sano laicismo? ¿No parecen apuntar lo sano y lo justo a un acaparamiento exclusivo y excluyente de la libertad y el laicismo? Ya puestos ¿por qué no hablar de obediencia adecuada? Ya sé que en este ejemplo los que adjetivan prefieren hablar de obediencia debida, o mejor aún, incondicional.
Otras veces la adjetivación es una redundancia. También algo chirría. En Valencia, durante mucho tiempo, se habló de “valenciano valenciano”. No me gustaría que nadie se enfadara (si es así pido perdón), pero la expresión es una manera de entender la lengua en contra (el detalle está en el “contra”) de otras modalidades de la misma lengua. Otro ejemplo, igual de bueno o de malo: la redundancia “sacerdotes sacerdotes” da la impresión de reducir lo sacerdotal a formas y vestimentas. Una nota de humor la puso nuestro ex presidente del Gobierno cuando dijo que a él le gustaba la “mujer mujer” refiriéndose a su señora esposa. Seguro que también tiene algún modelo de “macho man”.
Más sencillo es no adjetivar ni redundar. Cierto, con la libertad, el laicismo, la teología, la lengua, el sacerdocio o la mujer, y con prácticamente toda la escala de realidades y valores, puede haber abusos. Habrá que corregirlos, si se puede. Pero no me parece bueno adjetivar o redundar por principio porque eso suele implicar siempre la presencia de un “adversario” al que se le echa en cara que no es lo que dice ser. Y claro, el modelo del ser se imagina tenerlo el que adjetiva o redunda.