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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

29
Oct
2015

Celebrar todos los santos en el año de la luz

4 comentarios

El presente año 2015 ha sido proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como “Año Internacional de la Luz y de las Tecnologías basadas en la luz”. España es uno de los 35 países que patrocinan esta resolución. Ofrezco una idea a los profesores de religión y a los agentes de pastoral de los colegios católicos: aprovechar este acontecimiento para hacer notar a los alumnos las distintas perspectivas desde las que es posible considerar la luz. No solo hay perspectivas científico-técnicas. También las hay esotéricas: el número 5 está marcado por un simbolismo energético que representa la fuerza y la unión de los cinco elementos que son aire, agua, tierra, fuego y éter. Otra perspectiva puede ser la artística: la pintura, ¿no es en muchas ocasiones un juego de luces? Otra es la religiosa y, más en concreto, la cristiana. De hecho el Nuevo Testamento dice que “Dios es luz”, que “Cristo es la luz del mundo” y que los cristianos son luz de la tierra.

La fiesta de todos los santos tiene mucho que ver con la luz. Los santos, aquellos que reflejan en sus vidas la santidad de Dios, son luces de esperanza, porque ofrecen buenas orientaciones para nuestra vida. La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso. En este viaje necesitamos luces que nos indiquen la ruta. Estas luces son las personas que han sabido vivir rectamente, personas solidarias y generosas, gente misericordiosa que da luz reflejando la luz de Cristo. Todos hemos conocido gente así, aunque nunca hayan salido en la prensa, y su influencia se haya limitado a las personas que les resultaban más cercanas. Pero no importa. Nunca sabemos hasta dónde llega la bondad que esparcimos. Pensamos que solo alcanza a una persona, y a lo mejor, a través de esta persona, alcanzamos a muchas otras. Ningún acto bueno se pierde. En realidad, todos llegan hasta el cielo. Por eso tienen una dimensión universal.

No se puede invocar a los santos que ya han llegado a la meta sin preguntarnos por nuestra vivencia de la santidad aquí en la tierra. Porque en esta tierra necesitamos luces. San Pablo decía que los cristianos son como antorchas que brillan en medio de esta generación, puesto que muestran una razón para vivir. Mostrar una razón para vivir es dar razones a los otros para que vivan. Este mundo tortuoso necesita luces y razones. Acoger, por ejemplo, a los que han escapado de las guerras y barbaries que tienen actualmente lugar en Siria, Irak o Afganistán, es una manera de hacer que esta gente vea la luz. Hay más ejemplos. Sin duda los lectores de este post agradecerán que se añadan otros en la zona de comentarios.

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Anónimo
29 de octubre de 2015 a las 23:08

Me parece genial, estupenda, la idea (sugerencia para los profesores de religión y para los agentes de Pastoral). Es una forma de educar y sensibilizar a nuestros niños, adolescentes y jóvenes(y también a los menos jóvenes cristianos)y a comprometernos y animarnos a ser LUZ para nuestros hermanos. Muchas gracias

Antonio López Sernández
30 de octubre de 2015 a las 09:27

Tenemos que imitar a los santos por los que sentimos admiración. Pero no debemos olvidar que podemos admirar e imitar a personas de nuestro mundo que viven coherentemente el mensaje del amor. Y todos tenemos que procurar ser luz en el mundo, ejemplos de amor, de entrega. Para ello necesitamos la ayuda del Señor y la intercesión de los santos, incluidos los "anónimos", no oficialmente canonizados, pero muy cercanos a nosotros. ¡Seamos luz en un mundo que corre a pasos agigantados hacia el laicismo, al olvido total de Dios! Todos influimos en todos. La "comunión de los santos" es un misterio sublime, profundamente consolador.

Juan
30 de octubre de 2015 a las 17:00

La responsabilidad que tenemos los padres y abuelos ante Dios de transmitir la fe a nuestro hijos y nietos tiene que ser compartida por los pastores de la Iglesia, los sacerdotes, religiosos y religiosas. Necesitamos de la santidad y el buen ejemplo del Pueblo de Dios. La celebración de todos los santos y difuntos nos recuerda que la temporalidad de la vida tiene un limite, y el paso a la eternidad un juicio individual y comunitario. Gracias, fray Martin y comentaristas.

Luciana
1 de noviembre de 2015 a las 19:22

Podríamos añadir este comentario reconociendo la fortuna de haber nacido en un hogar cristiano,haber recibido los sacramentos de la Madre Iglesia,tener padres cristianos que nos formaron en la Fe,enseñanza católica,profesores consecuentes en la formación etc.Hoy como nos dice el P.Martin " en este mundo tortuoso" y con las palabras del Papa Francisco sobre la Misericordia,no podemos dejar de atender a nuestros hermanos y poner en práctica lo que gratuitamente recibimos.Hay muchos entregados,misioneros,ong,religiosas en sus Monasterios intercediendo con su vida y oración,todos haciéndose sesibles a las terribles guerras de nuestros hermanos que reclaman a gritos nuestra ayuda,esto es poner "la luz" en la vida de los demas.

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