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Campaña acabada, ¿empieza el servicio?
3 comentariosHa terminado una campaña un tanto confusa, en la que lo más destacado han sido las descalificaciones mutuas. Propuestas ha habido pocas. En muchas de las intervenciones de los líderes de los partidos parecía oírse algo así: “vóteme a mí, porque los otros son muy malos”. Es una propuesta insuficiente. Que los otros sean malos, no me hace a mi bueno. Un modelo de buena propuesta es: “vóteme a mí, porque ofrezco un programa serio y creíble”. Lo propio de la política no es la descalificación, sino la proposición de medidas que puedan beneficiar a los ciudadanos. El buen político, la etimología de la palabra lo dice, es el que se ocupa y preocupa de los ciudadanos. O sea, el que tiene vocación de servicio.
Dentro de unas semanas posiblemente tendremos nuevo gobierno. La palabra gobierno procede del griego. Originalmente significa “pilotar un barco”. Una nación es como un barco en el que hay todo tipo de personas. El objetivo del barco es llegar a buen puerto. Para ello es necesario que a bordo haya un poco de orden, y que los pasajeros se respeten unos a otros. La función el piloto es precisamente que el barco no sólo no se hunda, sino que navegue con la mayor tranquilidad posible. Sea quién sea el piloto de este gobierno, importa que todos podamos vivir en paz.
Los cristianos estamos invitados a orar por los que nos gobiernan. El motivo de la oración es precisamente “que podamos vivir una vida tranquila y apacible” (1 Tim 2,2). Evidentemente, para vivir con paz y tranquilidad se necesita que todos tengamos cubiertas nuestras necesidades básicas y que se respeten los derechos individuales y sociales. Esperemos que el parlamento de la nación dicte leyes en este sentido. Sin duda, cuando se desciende a lo concreto, las soluciones divergen. Pero cuando el objetivo está claro, la solución que toma la mayoría (si es por consenso, mejor) no tiene que ser perjudicial para las minorías.
La campaña no ha sido muy elegante, pero se acabó. Ya que hemos votado un parlamento recemos para que el diálogo, el respetar y escuchar al otro, el integrar lo bueno de las propuestas del otro, o sea, el parlamentar, sea lo habitual. ¡Por pedir que no quede!